Cultura

«La picaresca está más en los despachos que en los libros»

El veterano editor y responsable del sello caballo de Troya recibirá en Tomares el primer premio Aljarafe de las Letras por su larga y brillante trayectoria.

el 15 sep 2009 / 19:48 h.

El veterano editor y responsable del sello caballo de Troya recibirá hoy en Tomares el primer premio Aljarafe de las Letras por su larga y brillante trayectoria. Su idea del mundo literario queda plasmada en el ensayo 'La cena de los notables', recientemente publicada por la editorial Periférica.

-¿Cómo es el "pacto de responsabilidades" entre lectores, editores y críticos que usted propone?

-La responsabilidad hay que practicarla en el día a día. Habría que construir un sistema de enseñanza y social en el que la lectura fuera una necesidad, "editar" verdaderos ciudadanos y no sólo meros consumidores. A un chaval de bachillerato le diría que, cuando un profesor le recomiende un libro como algo mejor que jugar con la consola, le diga "de acuerdo, pero deme al menos dos razones para hacerlo". A los ciudadanos en general les diría que, igual que es conveniente leer la letra pequeña de los contratos, es saludable leer literatura porque en ella se encuentra muchas veces la letra pequeña de la vida.

-Los docentes dicen que los jóvenes no saben leer. ¿Y los adultos?

-Leer bien requiere poner en práctica la inteligencia que todos poseemos, la capacidad de preguntarse: ¿Qué me están contando? ¿Para qué me lo están contando? ¿Quién es este tío?. Sin embargo, vivimos en una sociedad en la que la inteligencia vale para poco, cuando no se convierte en una rémora. Si los modelos son el ex-alcalde de Marbella o tal o cual banquero estafador que no va a la cárcel al acogerse a una mera formalidad legal, lo que están contándonos es que la inteligencia no sirve, que lo único válido es ser más listo que el vecino. Hoy decir de alguien que es honesto es casi un insulto, como que no va a llegar a nada. No hay muchos argumentos para defender la lectura, salvo que recomendemos leer sólo novela picaresca. Pero incluso ésa está más en la calle o en los despachos que en los libros. En España se lee poco y mal, pero no deja de ser un milagro que todavía una parte importante de la población siga leyendo.

-La crítica, ¿está tan amordazada en España?

-Pues como cualquiera en su lugar de trabajo: con miedo al despido, sonriendo al jefe servilmente, adelantándose a sus deseos, fastidiando al colega, protestando lo menos posible, sin verdaderos sindicatos que te respalden, hablando del tiempo para no entrar en temas incómodos, no vaya a ser que cojas fama de raro, negativo o con escaso entusiasmo hacia la empresa. Internet podría ser una oportunidad de aire fresco, pero hoy la literatura se mueve en una atmósfera de calefacción a tope y fuerte aire acondicionado cuando corresponde, y en esas condiciones el aire fresco es escaso y dura poco.

-Su libro concluye con un llamamiento a "organizar la voluntad". ¿Por dónde empezamos?

-Pues organizando una asociación de afectados por el fraude escandaloso que son la mayoría de los premios literarios, presentar querellas en el Tribunal de la Competencia o repudiar públicamente a los autores y jurados que se prestan a tales deshonestidades. Pero ya ni los fraudes nos escandalizan.

-¿Su feria del libro ideal?

-Una en la que la gente se reuniera alrededor de una silla que fuese ocupada de manera sucesiva por todos aquellos que quisieran contar a sus vecinos el libro que han leído y lo que en esa lectura ha encontrado de bueno y de malo. Es decir, más actividad de los lectores, que no están obligados a vender ninguna mercancia, y menos autores o editores que inevitablemente están condenados a vender lo suyo.

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