La piedra verde

Hace 300 millones de años, en la Sierra Norte de Sevilla... había helechos, calamitas y otras especies de flora que hoy se conservan fosilizadas y son objeto de estudio por los especialistas en paleobotánica. Su conservación se centra sobre todo en las zonas mineras, de ahí que las más importantes plantas carboníferas se encontraran en Villanueva del Río y Minas -y también en Guadalcanal-. Ahora, gracias a la labor del Museo de Paleobotánica del Jardín Botánico de Córdoba , están al alcance de todos 300 millones de años después.

el 08 ene 2011 / 17:57 h.

Las plantas que existían en esta época vivían todas en el agua, en mares o pantanos. Es el caso del calamite, del que se han encontrado sus hojas, las annularias. Esta planta ya extinguida llegaba a tener el tamaño de un árbol; también hay mixoneura y sobre todo helechos de gran tamaño, que igualmente vivían en el medio acuático.


Toda esta acumulación de vegetales tipo turbera en este periodo de la tierra dieron origen a los yacimientos de carbón de esta zona, al igual que ocurrió en Asturias, donde se han hallado numerosas plantas fósiles, y en Centroeuropa.

El profesor Robert Wagner, verdadero impulsor del Museo de Paleobotánica de Córdoba -nació tras una donación suya y hoy cuenta con más de 150.000 ejemplares- destaca que "la riqueza carbonífera estaba en Villanueva del Río y Minas". Sin embargo, se lamenta de que "las minas están cerradas y la oficina de la empresa saqueada. Es una espina clavada que tengo por el valor histórico que tenía". Sí se conservan en el museo helechos fósiles procedentes de Valdeviar y Guadalcanal.

Y es que, según fuentes del propio museo cordobés, es en Sierra Morena, a caballo entre las provincias de Córdoba y Sevilla, donde se ha encontrado la flora más antigua de España, del Misisípico inferior -en torno a 360 millones de años antes de nuestra era-, en la pequeña cuenca de Valdeinfierno, donde existía una zona pantanosa rodeada por escarpes rocosos.

Árbol fósil. Y no sólo se han hallado restos fósiles de hojas de distintas especies. En el año 2003 en Almadén de la Plata se descubrió el que, al menos por su tamaño, es el más importante resto paleobotánico encontrado en la Sierra Norte: un árbol entero, desde la raíz a la copa, una conífera que ha sobrevivido intacta a los movimientos geológicos sufridos en la tierra desde hace 295 millones de años, en el Paleozoico.

Wagner, junto al profesor de la Universidad de Huelva Eduardo Mayoral, pretendieron en 2006 extraer los 17 metros del tronco fosilizado del paraje de Pavones, próximo a Melonares, para exponerlo en el Museo de Córdoba, pero las dificultades del traslado -más de siete toneladas a través de una pista forestal de 20 kilómetros-, unida a la oposición de las autoridades locales, Ayuntamiento y Parque Natural de la Sierra Norte, lo evitaron.

"Estaba previsto trasladarlo al Jardín Botánico de Córdoba y montarlo científicamente, explicando su modo de preservación", afirma Wagner, quien añade con pesar que "cuando lo teníamos todo organizado cambiaron de opinión y decidieron quedárselo en el parque natural".

La idea, tanto del Consistorio como de la Delegación provincial de Medio Ambiente, es trasladarlo al centro de visitantes del parque construido en la finca pública de Las Navas-El Berrocal. El problema es el coste: 84.448 euros fue lo estimado hace poco más de un año, ya que se necesita maquinaria pesada y adaptada para que no se hunda por el peso en los caminos, y serrarlo con instrumentos especiales para volverlo a unir.

Otro de los restos importantes encontrados en la Sierra Norte, en el término municipal de Constantina, es la conocida como Piedra Escrita, cuyas medusas fosilizadas están fechadas hace 550 millones de años, en el periodo Cámbrico. En total, el profesor Mayoral ha contabilizado 90 fósiles de medusas, el mayor de 88 centímetros de diámetro, de lo que supone "una de las primeras huellas de vida" de la Península Ibérica, explica.

El hallazgo de estos fósiles se produjo a finales del siglo XIX por vecinos de la zona que creyeron que se trataba de petroglifos, que fueron grabados sobre las rocas por los antiguos habitantes, de ahí el nombre de Piedra Escrita, y no fue hasta 1990 cuando el profesor Mayoral descubrió su verdadero origen y su valor científico.

Toda esta riqueza geológica ha llevado al Parque Natural de la Sierra Norte a presentar su candidatura como Geoparque, figura establecida por la Unesco para calificar a espacios de importancia no sólo geológica, sino también arqueológica, desde volcanes a bosques petrificados.

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