Así quedó de manifiesto en la conferencia ofrecida ayer en la sede de la hermandad en la que se explicaron los pormenores de la actuación. Las intervenciones corrieron a cargo de la restauradora María Teresa Real y la historiadora Eva Villanueva. La mesa estuvo presidida por el hermano mayor, Manuel Domínguez del Barco.
En el recorrido que la historiadora realizó por la hermandad, es destacable la aseveración de que la imagen actual de la Estrella data del último tercio del siglo XVII y, posiblemente, entre 1675 y 1680. Concretamente en la época en la que Luisa Ignacia Roldán y Luis Antonio de los Arcos, su marido, tenían su taller en Sevilla, ya que posteriormente se trasladaron a Cádiz y a Madrid. Además, aseguró que la primera imagen mariana que tuvo la hermandad era una virgen de gloria.
LA CLAVE, EN CÁDIZ. Precisamente en la provincia gaditana se encuentra el indicio principal que puso al IAPH detrás de la atribución a La Roldana, una posibilidad ya apuntada en 2007 por los gaditanos Lorenzo Alonso de la Sierra y Francisco Espinosa de los Monteros. Dentro de su obra documentada, la única dolorosa es la de la Virgen de la Soledad de Puerto Real. Entre las dos imágenes, existen una serie de grafismos que se entienden propios de su forma de trabajar, y que se mostraron al público que abarrotaba la capilla con un trabajo audiovisual. La similar hechura de la cabeza, el mentón pronunciado, la idéntica posición de cabeza y cuello y los párpados abultados son sólo algunos de los detalles que ambas imágenes comparten.
Las diferencias entre ambas también han aportado lo suyo. Tomando como modelo las imágenes de San Servando y San Germán, patronos de Cádiz, se observan que los rasgos que no comparten los dos santos son prácticamente los mismos que diferencian a la Estrella de la dolorosa de Puerto Real. Otras obras de La Roldana como San Miguel Arcángel de Madrid, el Ecce-Homo de Cádiz o los ángeles del paso de La Exaltación contienen rasgos que refuerzan la atribución del IAPH a Luisa Roldán.
UN PERNO DE 92 CENTÍMETROS. María Teresa Real comentó los procedimientos seguidos durante la intervención. Real aseguró que, a pesar de que la Estrella ha sido sometida a dos restauraciones -por parte del pintor Fernando Labada en 1939 y la de Peláez del Espino en 1977-, la policromía actual data del finales del XIX, fecha que coincide con la de la reorganización de la corporación trianera.
La restauradora se centró en el estado en el que la imagen llegó a la Cartuja y, en concreto, en los elementos introducidos en la intervención de Peláez del Espino. Destacó la importancia de retirar un perno metálico de 92 centímetros que atravesaba el busto de la talla y que, con técnicas milimétricas, ha sido extirpado y sustituido por una espiga de madera.
Además, se ha actuado sobre la policromía retirando repintes y depósitos superficiales, recuperando la policromía al óleo y, con ella, el brillo característico de la imagen. También se ha actuado en la zona del cuello, reparando los daños sufridos durante años por los utensilios y alfileres necesarios para vestir a la Virgen de la Estrella, instando a la hermandad a protegerlo en un futuro con un corpiño, un gorro y unas muñequeras de cuero.
Según Real, con la restauración se han conseguido tres objetivos: concretar la historia de la obra, reducir el riesgo a consecuencia de la restauración del 77 y la puesta en valor funcional y estética de la imagen.