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La plaga de la silla china

A quien viene de fuera lo que más le sorprende de la Semana Santa es que forme parte de la vida, que las calles se llenen y se vacíen con la mayor naturalidad, que la ciudad, en el fondo, no se inmute; Sevilla y la Semana Santa han ido creciendo juntas pero los momentos álgidos de ese crecimiento -que han sido muchos y serán- producen discordancias...

el 16 sep 2009 / 01:14 h.

A quien viene de fuera lo que más le sorprende de la Semana Santa es que forme parte de la vida, que las calles se llenen y se vacíen con la mayor naturalidad, que la ciudad, en el fondo, no se inmute; Sevilla y la Semana Santa han ido creciendo juntas pero los momentos álgidos de ese crecimiento -que han sido muchos y serán- producen discordancias. Nadie se acuerda ya del tranvía que arrolló al paso de la O y mucho menos, aunque sea más reciente, de la plaga de máquinas expendedoras de bebidas en plena calle, ni de los martillos con pitos, resto del Carnaval de Cádiz, que a alguien se le ocurrió vender hace años.

A una amiga hindú que ha pasado aquí el Miércoles, el Jueves y la Madrugá le sorprendía que los globos de Mickey Mouse convivieran con los personajes de los pasos de misterio; nadie de nosotros -a excepción de Antonio Sosa para pintarlos alrededor del Nazareno del Silencio y del Consejo vetando las fotos donde aparecen- los ve. Cada cual se gana la vida como puede y ahora les ha tocado a los chinos, que superan la crisis gracias a los millones de sillas portátiles vendidas día a día. La plaga de la silla china ha convertido en carrera extraoficial la Magdalena, la Alfalfa, las cuestas del Rosario y del Bacalao, la calle Imagen?

La gente que las usa -familias con personas mayores y niños y generalmente sin mucha práctica semanasantera- se sientan en ellas donde mejor les parece y, sobre todo, en las bocacalles. En este caso quien no las ve es el Delegado de Movilidad y el ayuntamiento en general. No las verá hasta que, como con el tranvía, ocurra una desgracia. Entonces Salvador Dorado que iba de patero en la cuadrilla de Ariza aguantó el golpe a costa de sus piernas: éste que está por venir, alguien tendrá que aguantarlo. Y ya veremos si sale indemne de esta plaga.

Antonio Zoido es escritor e historiador.

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