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La plaga de mosquitos cerca a los vecinos de la marisma

La Junta de Andalucía estudia empezar a fumigar desde el martes para paliar los efectos en los poblados cercanos al arrozal.

el 19 jun 2010 / 16:07 h.

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Los bares se protegen de los mosquitos con mallas.

El pueblo de Isla Mayor ya comienza a sentir la temida plaga de mosquitos. Pese a que la proliferación de estos parásitos hematófagos (que se alimentan de la sangre de otros animales) está siendo especialmente virulenta a un escaso kilómetro del casco urbano, los bares y restaurantes del municipio comienzan a desplegar ya sus carpas de tela metálica para retener a la clientela. Ésta está sedienta de las noches frescas de la marisma, pero mira en el horizonte de esta semana el comienzo de su feria con la sombra de estos insectos del orden de los dípteros que son capaces de aguar cualquier fiesta.

Por suerte para los vecinos, el alcalde de Isla Mayor, Ángel García (IU), confirmó que, tras su reunión con la Delegación Provincial del Gobierno de la Junta de Andalucía a principios de semana, este viernes recibieron una respuesta afirmativa. “Si todo sale como está previsto, el lunes nos volveremos a reunir en la delegación, también con el empresario que los dos últimos años se encargó de las fumigaciones, para empezar el martes con el tratamiento”, corroboró el regidor.

Mientras, desde el departamento que dirige Carmen Tovar precisaron que aún se están buscando fórmulas, entre otras con conversaciones con la Diputación de Sevilla , para acometer esta inversión en un periodo en el que el movimiento de cualquier euro exige más cautelas que nunca.

Él había pedido a la Junta de Andalucía una inversión de 30.000 euros para hacer frente al problema y, si bien la partida no está todavía concretada, confió en que será suficiente para reducir la incidencia de un problema muy grave para los vecinos de las marismas del área metropolitana.

Porque, eso sí, es muy posible que un foráneo nunca entienda lo que es decir “aquí hay mosquitos” si no ha vivido un amanecer o un anochecer en plena marisma del río Guadalquivir en el pueblo que se originó como El Puntal (Isla Mayor) o en su poblado Alfonso XIII. La cantidad es brutal. Decir que hay mosquitos en Coria del Río o en Sevilla es una muestra de desconocimiento. Mosquitos hay en Isla Mayor, o en algunas pedanías de Utrera y Los Palacios y Villafranca, y en cantidades estratosféricas. Otra cuestión es que estos lugares estén acostumbrados a ello, como no puede ser menos al vivir en uno de lo humedales más importantes de Europa.

La problemática podría ser resuelta, o al menos evitar esa dimensión tan molesta, con el tratamiento preventivo (actuación contra las larvas) o la fumigación con productos adecuados al entorno del parque nacional de Doñana.

En este sentido, el presidente de la Federación de Arroceros de Sevilla , Julián Borja, sostiene que la prohibición por parte de la Unión Europea del uso de cualquier “insecticida o pesticida” influye no sólo en la proliferación de posibles plagas en una de las mayores reservas agrícolas de Andalucía, sino también en la reproducción sistemática del mosquito, un valor añadido que se lograba con el tratamiento fitosanitario del arrozal. Se busca por tanto un lugar en el que confluyan la producción económica, el desarrollo sostenible y el bienestar social, situación complicada cuando es un insecto tan volátil el que vuela y pica, si puede.

La realidad es que los habitantes de las marismas viven entre mosquitos y que a veces se siguen poniendo los trapos de la cocina en la cabeza para que no caiga el desagradable inquilino en la sopa de turno. Una situación difícil de controlar, seguro, pero también enfrentable a los recursos que aporte el desarrollo agrícola sostenible y la mejora que supondría en la rentabilidad de los terrenos dedicados a producción el tratamiento ante determinadas plagas que afectan tanto a la producción final de arroz como a la proliferación del bicho.

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