Cultura

"La poesía necesita temple y paciencia, cuidado de carpintero"

El joven sevillano Borja de Diego debuta como poeta con ‘Barro’

el 08 dic 2013 / 22:00 h.

Lo de Borja de Diego (Sevilla, 1988) es escribir, como y donde sea: como periodista en varios medios de comunicación, como dramaturgo en diversos montajes, como narrador en un curioso libro, El leñador de sombras y otros cuentos... Y ahora como poeta en Barro, su debut en el verso, que ha visto la luz recientemente en el sello Ediciones en Huida. 15331927“Realmente parte de un trabajo creativo de la carrera en el que teníamos que jugar con dos conceptos: cultura y comunicación”, recuerda. “Justo entonces estaba leyendo Espejos, una revisión bella de la historia que hace Eduardo Galeano, y me puse a escribir unos poemas en los que pretendía retomar la mirada del hombre primitivo. Intentaba llevar mi escritura a algo más puro que entonces. Llevaba tiempo buscándome y rebuscando, y en esos poemas encontré un punto de partida para regresar a lo artesanal, lo originariamente bello. Más tarde, salvé algunos poemas y empecé a escribir otros, ahora sí, con el título de Barro”. De este modo, De Diego identifica más la poesía con la artesanía que con el arte, contrariamente a lo que suele pensarse: “Hay un primer encuentro, mágico: el hallazgo de una materia hermosa, caliente, brillante. Cuando vemos, cuando encontramos, lo escribimos. Ése sería el barro. Pero el barro por sí solo no implica más que lo que es: requiere trabajo, hay que darle forma, retocar, perfeccionar, como hace el alfarero. Entiendo que ocurre lo mismo con todo lo demás: el pintor perfila, el músico encaja, la poesía necesita ese temple y paciencia, cuidado de carpintero. Si no, si lo sirviéramos sin más, daríamos algo falto de cariño”, explica. Eso aunque, como él mismo reconoce, a veces los jóvenes poetas se dejan llevar por las prisas: “Confundimos la prisa con la ilusión. A mí me ha pasado”, admite. “Tenemos en la cabeza el oficio de escritor como algún tipo de éxito, la publicación como algo sagrado. Y al final, publicar un libro no es más que publicar un libro. El éxito se mueve por circuitos extraños que no conozco, pero tampoco estoy seguro de que sean exactamente exitosos... También es verdad que muchos lo han adelantado”. “Se publican muchos libros de poesía reciente, o poesía joven, y ése es un valor mercantilista. Realmente, ¿qué te interesa de los poemas de un muchacho de 15 años?”, insiste el autor. “Te interesan los poemas, si acaso su voz y su mirada, pero al final esto no son más que palabras juntas”. Por último, cuando se le pide que relacione sus obras de teatro –la última, Cartas, se representa el 20 y 21 de este mes en la librería Un Gato en Bicicleta– con su prosa, sus poemas y sus artículos, afirma que conviven “muy apretados con el crítico, el cronista deportivo, el aficionado a los videojuegos indie o el comentarista de partidos de baloncesto [risas]”. “Por suerte, la escritura ofrece muchos géneros. A todos ellos intento aplicar las cosas que me gustan: por ejemplo, a mí me gusta la belleza y la épica. Y por suerte, el periodismo deportivo lo favorece, aunque a veces también escasee... Creo firmemente que la narración radiofónica de partidos debería ser un género literario, da pie a cosas muy hermosas”, asevera. “Yo empecé a estudiar periodismo porque quería escribir y me parecía un oficio honrado. Una forma honrada de ganarme la vida mientras escribía”, concluye. “Pero todos esos oficios han encontrado la misma fortuna: poco dinero, poca suerte. Están en sintonía”.

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