La celebración mañana domingo del 70 cumpleaños de la Reina Doña Sofía se ha visto enturbiada desde la publicación de algunas declaraciones de su majestad a la periodista Pilar Urbano en las que habría mostrado su opinión contraria al matrimonio entre homosexuales, el aborto y la eutanasia. La publicación de sus palabras suscitó la reacción de colectivos de gays y lesbianas y de algunos partidos políticos que se quejaron de su falta de neutralidad y obligó a que, horas más tarde, la Casa Real emitiera un comunicado en el que subrayaba la "inexactitud" de las declaraciones que se achacaban a su majestad. El Rey de España y el resto de miembros de la Familia Real están sujetos al mantenimiento de una posición institucional y alejada de cualquier confrontación partidaria y social y, por tanto, es lógico que a algunos les haya extrañado que la Reina haya expresado su libre opinión sobre asuntos de tanta sensibilidad y trascendencia pública. La Reina está obligada a ser neutral y, en consecuencia, no puede más que calificarse de imprudencia y de error el que se haya expresado así sobre materias que han sido hasta legisladas y aprobadas en el Parlamento. En ese sentido, es comprensible que la Casa Real haya querido cerrar cuanto antes una polémica como ésta, que sitúa en una posición muy delicada a la Reina. Sus palabras, sean cuales sean, no deben empañar una celebración como la de mañana y mucho menos una trayectoria como la suya, siempre ejemplo de mesura y saber estar. Doña Sofía ha estado a la altura de su responsabilidad institucional y ha demostrado ser la reina de todos los españoles, como demuestra el gran respaldo y el cariño que le dispensan casi todos los ciudadanos. Su discreción y su profesionalidad han sido dos valores que nadie ha podido discutirle y no deben de olvidarse en situaciones como la que ha vivido esta semana, en las que ha sido puesta en tela de juicio por unas declaraciones inoportunas.