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La Policía cierra por orden judicial el bar de Triana denunciado por excesivo ruido

Su propietario no quiso acatar el mandamiento del juzgado y llegó a ser detenido por los agentes al resistirse. En el local continuaron con las fiestas flamencas, pese a la orden judicial

el 08 mar 2014 / 22:00 h.

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«Nos ha cambiado la vida», afirma José Márquez, el vecino que denunció a un bar de Triana por excesivo ruido y que ha sido clausurado por la Policía Nacional y Local tras incumplir el dueño la orden judicial que decretaba su cierre. A este vecino de le «parece mentira» poder dormir toda la noche sin desvelarse, tras cinco años de lucha con el propietario de este local, que incluso fue detenido por desobediencia a la autoridad. José vive en el segundo piso del número 4 de la Plaza de Cuba, pero su vivienda da a la calle Génova, donde está situado el Clarín de Triana, un bar en el que las fiestas flamencas «son habituales incluso entre semana», pese a que no tiene licencia para música. Unas fiestas que sentíamos como si la tuviéramos al lado», señala. Tras la negativa del anterior propietario a mejorar la situación y haber llamado a la Policía Local «unas 70 u ochenta veces» decidió emprender una batalla judicial, con la que logró una orden de cierre firmada por el Juzgado de Instrucción número 8, que imputó al actual propietario y a los dos anteriores por un delito contra el medio ambiente. La jueza se basó en las mediciones realizadas en la vivienda, que superaban con crece lo permitido, de ahí que el fiscal también apoyara su clausura, que reclamó su abogado, Simón Fernández. Sin embargo, y pese a que la jueza le notificó en persona el auto, el local siguió funcionando. «Cuando vi que seguía abierto y organizando fiestas dos o tres días después de notificárselos fue a la comisaría de la Policía Local, señala José, que muchos fines de semana se iba con su esposa a algún «hotel para poder descansar». Los agentes se personaron en el local e hicieron un atestado, con el que José pudo acudir al juzgado y demostrar que no se había cumplido la orden. La magistrada llamó entonces «inmediatamente» al dueño, que le advirtió del riesgo de cometer un delito si abría. «Pero esa misma noche seguían bailando y cantando como si nada hubiera pasado», asegura. Entonces decidió acudir a la comisaría de la Policía Nacional de la calle Betis donde, tras explicarles el caso, le enviaron dos patrulleros. «Los agentes le cerraron el local y lo detuvieron», y unos días después «me llamaron para que declarase como testigo en un juicio rápido.» Desde entonces el bar permanece cerrado y «a nosotros nos ha cambiado la vida, porque nos había afectado hasta el carácter». Hasta sus vecinos le dicen que duermen mejor porque no hay ruido en la calle, «porque no sólo no se escucha la música del interior, sino que antes el ruido era constante por la gente entrando y saliendo, los coches». Pero lamenta que se «haya tenido que ver solo en esta lucha». José también lamento la «dejadez» de la Delegación de Medio Ambiente que, «en todo este tiempo no ha hecho nada, llegando a caducar los procedimientos». En cambio, dice estar muy agradecido a la Policía Local «que ha venido cada vez que la hemos llamado, ha cerrado el local varias veces y echado a la gente que había en el interior. Ya es que hasta me conocen». A José le «parece mentira» la tranquilidad con la que pueden volver a vivir en su casa, recordando que su mujer «está a base de pastillas para poder dormir por las noches y yo tenía ansiedad. Me agobiaba cuando daban las diez de la noche». «Es una pena porque no sólo me ha costado casi la salud, sino también un dinero en pruebas, médicos, abogado y procurador», señala. Su «calvario» comenzó en 2009, cuando el anterior negocio, que era el Pub Génova, cerró y el local vendido a otro dueño. Éste lo alquiló a dos empresarios que montaron El Clarín de Triana, «un tablao flamenco», que más adelante volvió a cambiar de manos. Este periódico intentó contactar con el propietario del local sin éxito.

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