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La Policía detecta nuevas formas de 'trucar' cajeros

"¿Que cómo evitar que te copien la tarjeta y saquen dinero de tu cuenta? No teniendo tarjeta". La contundencia de los policías que investigan los delitos económicos asusta, pero es que los timadores que copian las bandas magnéticas usan ya los elementos del propio cajero automático para hacerlo.(Foto: David Estrada)

el 14 sep 2009 / 23:37 h.

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"¿Que cómo evitar que te copien la tarjeta y saquen dinero de tu cuenta? No teniendo tarjeta". La contundencia de los policías que investigan los delitos económicos asusta, pero es que los timadores que copian las bandas magnéticas usan ya los elementos del propio cajero automático para hacerlo. Es casi indetectable.

Mirar si el cajero tiene un dispositivo pegado a la ranura para copiar la tarjeta, o una microcámara para espiar cómo se teclea el número PIN ya no basta. "Ahora pegan los lectores de banda magnética detrás de la ranura auténtica, son indetectables. Y ponen un teclado robado de otro cajero encima, con sensores debajo, que registran lo que se teclea", dice Gerardo, inspector del grupo de Delitos Económicos de la Policía Nacional. Aquel hombre tan amable que te preguntaba el PIN para desbloquear la tarjeta retenida en el cajero se ha quedado antiguo.

Los últimos detenidos por colocar estos dispositivos en Sevilla usaban esta tecnología puntera, "casi perfecta", imposible de detectar si no se desmonta. "Yo que tú tiraría fuerte hacia arriba del cajero, si es malo se te queda en la mano. No lo pegan del todo porque luego tienen que quitarlo rápido", sugiere el inspector.

Antes el cajero avisaba, pero ahora "no retiene la tarjeta, ni pone mensajes extraños ni deja de darte dinero: funciona como siempre", y el cliente no sospecha. El sistema se coloca por la tarde, cuando el banco cierra, copia tarjetas a mansalva durante unas horas, y antes del amanecer se quita para que nadie lo note. Los datos se pasan a tarjetas en blanco con las que sacan de golpe todo el dinero que pueden, normalmente desde otro país para dificultar la investigación. Y la víctima se encuentra con que su cuenta se ha quedado tiritando.

El timo se llama lazo libanés, y roba gran parte de su tiempo de trabajo a las nueve personas de este grupo policial, porque da mucho dinero y es bastante seguro. Casi todos los detenidos por este fraude proceden de países del Este, "donde tienen una formación profesional brutal" que, aplicada al delito, da muchos quebraderos de cabeza a la Policía.

Encargan a otros que saquen el dinero; en verano, una patrulla le pidió la documentación a un rumano de 20 años en Plaza de Armas y se echó a llorar: llevaba 700 tarjetas en una caja, cada una con su PIN, y venía a Sevilla a quemarlas en los cajeros. Le iban a pagar mil euros. "Vienen a España porque somos el país con la legislación más proteccionista de nuestro entorno", mantiene el inspector. Delitos Económicos detuvo a 130 personas en Sevilla el año pasado, 108 hombres y el 48% extranjeros. Son delitos "que dejan rastro", pero difíciles de seguir. "Si el banco coopera se resuelven", pero algunos no cooperan. Y como van de aquí a allá, es esencial la ayuda entre países.

No siempre hace falta tanta infraestructura, hay fraudes domésticos. En abril arrestaron a la cuidadora de dos ancianos que encontró la tarjeta con la clave apuntada y en cuatro meses les robó 12.000 euros, todos sus ahorros.

"Somos muy confiados", se queja Gerardo, que se asombra de que aún haya quien caiga en el timo del camarero infiel, que en vez de traerte el terminal para pasar la tarjeta en tu mesa se la lleva para cobrarte. "Aunque lleve guantes blancos, tú no sabes qué hace con ella", recuerda el policía, que advierte de que es poner en bandeja que te copien los datos. Tampoco es normal que te pidan que teclees el PIN, pero incluso sin esa clave estás dando información suficiente, por ejemplo para comprar por internet a tu cargo.

El año pasado cayó una red de 20 personas, incluidos un abogado y diez comerciantes sevillanos, que estafaron al menos un millón simulando compras con tarjetas falsas; las víctimas eran extranjeras y el fraude se hacía en Sevilla; los comerciantes accedían y se quedaban con un porcentaje.

"A veces me da la impresión de que estamos vaciando el mar con un colador, porque los malos se han perfeccionado hasta extremos increíbles, y la tecnología de las tarjetas, la banda magnética, está completamente obsoleta", dice el inspector. Ocurre también con las compras por teléfono o los créditos rápidos, "que son demasiado rápidos, pero al banco le compensa el riesgo. Falta diligencia en el sistema, y si falla, se acude a la Policía, pero la verdad es que habría que poner más cuidado".

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