El periódico me ha recordado que en estas fechas se celebra Etnosur, un acontecimiento al que no se le presta, a mi juicio, toda la relevancia que merecería. Si lo pensamos con detenimiento, ¿qué otro hecho cultural de características masivas y aire contemporáneo tenemos en Andalucía en el verano? Ninguno; sólo los clásicos cursos universitarios, más vistos que el tebeo, y festivales flamencos a punto de agotar los números romanos. Sin embargo en Alcalá la Real, en medio de una tierra aún casi sin descubrir, bajo la protección de esa diosa tutelar que es la Mota, la visión de miles de chavales, acudiendo a la llamada de la música, el intercambio de ideas y la convivencia, es reconfortante.
No sé por qué caminos secretos la vieja corte de los Abenzaide (la familia del moro Zaide del romancero), también patria del Arcipreste de Hita, ha logrado volver a emerger para convertirse en centro cultural estival a despecho de las vicisitudes y los estragos de la Historia; sin duda en ciudades así los jirones del pasado son importantes para que a alguien se le ocurriera hacer florecer eventos así en nuestro tiempo. Lo malo es que el poder de convocatoria y la respuesta existen pero nadie parece estar interesado en alargarle las alas, en promocionar algo que, con más apoyo, podría empezar a tener la misma consistencia que esos polos de atracción del verano de Centroeuropa.
Escritor e historiador
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