Economía

La primera bellota en el Congreso

Se van debilitando, se necrosan por dentro y, pronto, llega la muerte. A puñados. Las epidemias no son exclusivas de los animales ni de los humanos, también existen enfermedades propias de las plantas que aniquilan bosques enteros e, incluso, ecosistemas.

el 16 sep 2009 / 02:32 h.

Se van debilitando, se necrosan por dentro y, pronto, llega la muerte. A puñados. Las epidemias no son exclusivas de los animales ni de los humanos, también existen enfermedades propias de las plantas que aniquilan bosques enteros e, incluso, ecosistemas.

Es el caso de la seca, un fenómeno de decaimiento y muerte que desde los años 80 asuela en la Península Ibérica grandes masas forestales de encinas y alcornoques, las majestades de la dehesa.

El impacto económico y social de la dehesa en el cuadrante suroccidental de la Península Ibérica es muy importante, ya que hay más de tres millones y medio de hectáreas.

En Andalucía, Extremadura, Castilla y León y Portugal la riqueza y el empleo que surgen de la agricultura, la caza, la obtención de corcho y la ganadería, entre otras actividades relacionadas con el medio, evitan la despoblación del mundo rural. Además, la mayoría pertenecen a cadenas de producción más largas, propias de sectores tan representativos como es la industria del ibérico.

Sólo en Huelva, la seca ha afectado ya a un millón y medio de árboles repartidos en el 90% de las 240.000 hectáreas de encinares y alcornocales que posee la provincia. En Portugal, ya es una vieja enemiga y en las dos últimas décadas se ha llevado por delante al 65% de los Quercus.

Por eso Encinal, foro creado con la participación de más de 50 entidades para la defensa y conservación de la Dehesa, llevó a Sevilla el pasado 7 de mayo a una significativa representación de la Comisión de Medio Ambiente y Agricultura del Congreso de los Diputados para que visitara las dehesas de la Sierra Norte.

Así, la comitiva encabezada por la presidenta de la Comisión, María Antonia Trujillo, conoció a pie de campo la realidad de estas tierras, desde El Pedroso hasta Cazalla de la Sierra.

En toda esta geografía se aprecian los estragos de la seca en el paisaje, con vastos cementerios de encinas mortecinas sin remedio. Pero, sin lugar a dudas, la dehesa de Los Labrados es un paradigma de la lucha, poco deportiva, del hombre contra la muerte.

En la finca de la familia Vargas, María Antonia Trujillo pudo palpar la cara más cruel de la naturaleza. Los tocones se esparcían aquí y allá como cicatrices de un vano intento de que la peste forestal no se propague. Entre ellos, aún podía verse algún cadáver reciente, desnudo, enjuto, marchito, fulminado. Y, a duras penas, unas pequeñas retamas se erigían tímidamente tras mallas metálicas, fruto de la reforestación practicada por los Vargas, la poca esperanza que queda en esta dehesa sevillana.

Allí, Alfonso, el patriarca de la familia, narró a Trujillo cómo se ve las caras con esta maldición en el día a día. "Cada vez son menos", relató. Las encinas y los alcornoques se mueren más rápido de lo que pueden replantarse, ya que se trata de un proceso complicado, largo y costoso.

"Los animales tienen que pastar", así que hay que "aislar las retamas, una a una", para que los hábitos de las bestias no aborten su crecimiento. Y claro, "también hay que cuidarlas" y no por cualquiera, sino por "manijeros que sepan lo que se hacen".

Sólo cada malla protectora cuesta 35 euros, todo para obtener frutos dentro de 80 años, edad en la que el árbol pasa a ser adulto y entra en una producción regular de bellotas, algo "difícilmente rentable".

Por su parte, el presidente del foro Encinal, José Luis García-Palacios, explicó que en las últimas décadas la seca "ha campado a sus anchas" sin que ninguna institución gubernamental le prestara especial atención.

"El peor mal de la dehesa es el olvido", apuntó. En este sentido, recordó que en el caso de Andalucía, ya el anterior Gobierno de la Junta se comprometió en su momento a aprobar La Ley de la Dehesa, texto que, "a pesar de su avanzado estado, ha vuelto a guardarse en el cajón sin explicaciones".

"Hay una falta absoluta de conocimiento", subrayó. Los escasos estudios que se han realizado, si bien han localizado una pléyade de circunstancias que perjudican la salud de los árboles, no han sido capaces de determinar el factor fundamental que debe ser extirpado de la fatal ecuación.

Por eso el Foro reclamó políticas específicas por parte de la Unión Europea y del Gobierno español para salvar estos parajes. "La dehesa precisa ser regulada a nivel nacional e internacional", sentenció García-Palacios.

La reacción fue la esperada. Trujillo se comprometió "totalmente" a la defensa de la dehesa en el Parlamento. "Esta realidad era desconocida para los diputados, pero desde que se presentó en el Congreso se han puesto en marcha iniciativas", aseguró la presidenta de la comisión.

Además, afirmó que desde las Cámaras se harán esfuerzos para impulsar el problema hasta la Comisión Europea, "porque en Bruselas deben tomar conciencia de la importancia capital que tiene este ecosistema del que viven tantas personas".

Ya se ha arrojado la bellota, ahora tiene que germinar.

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