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La racha del Almería llega ya al mes y medio sin caer

El inalterable orden impuesto por el visitante y la falta de acierto abocaron el encuentro entre el Mallorca y el Almería a un final sin goles y un reparto de puntos que apenas aclara el panorama balear.

el 14 sep 2009 / 23:56 h.

Patricio Lagomarsino

El inalterable orden impuesto por el visitante y la falta de acierto abocaron el encuentro entre el Mallorca y el Almería a un final sin goles y un reparto de puntos que apenas aclara el panorama balear. El empate, sin embargo, alimenta la trayectoria del conjunto andaluz, que contempla su paso por la máxima categoría desde alturas insospechadas.

Fiel a la leyenda que sus méritos han alimentado desde el arranque del curso del retorno a Primera, el equipo de Unai Emery acaparó el dominio del juego después de un inicio que desveló ciertas intenciones locales. Como la de Ramis, que sacó bajo palos Bruno o las desbaratadas por la zaga almeriense antes de que Güiza o Trejo rentabilizaran sus opciones.

Ambos intentaron imponer sus respectivos argumentos. El Almería forzó dos claras ocasiones a través de Negrero y Corona, y el Mallorca lanzó hasta cuatro saques de esquina en el primer cuarto de hora.

En un partido abierto, con rápidas transiciones en la zona ancha, las defensas tuvieron que emplearse a fondo. El Mallorca saltó al campo con un equipo muy ofensivo. El Almería, con la tranquilidad que le daban los 32 puntos que ha sumado y el hecho de mantenerse imbatido en el último mes y medio, muy lejos de arrugarse en el Ono Estadi, contragolpeó con gran peligro.

El partido entró muy pronto en una fase de equilibrio, aunque el conjunto andaluz siempre dio la sensación de más peligro ante un rival que no encontraba espacios suficientes para maniobrar. Ibagaza, muy bien marcado, no conectó con Güiza con la fluidez de otras tardes, ni Arango, quizás algo cansado por el amistoso que jugó ante Haití, fue el futbolista de otros partidos.

El Mallorca tenía dificultades para acercarse con peligro a la portería de Diego Alves, circunstancia que no pasó desapercibida para el público, que protestó en varias ocasiones por el flojo juego de su equipo.

Todo ello facilitó las cosas a un Almería con mucha personalidad que mostró las uñas apenas tuvo ocasión y que se fue a los vestuarios quizás lamentando no haber aprovechado algunas de las ocasiones que dispuso ante la meta de Moyá.

El guión sigue igual.

Tras el descanso, el Mallorca acentuó sus intenciones ofensivas. La zaga visitante se multiplicó para frenar los ataques de Trejo y Güiza. Aunque nunca despreció el triunfo el Almería, que a la contra, con más espacios y aprovechando la velocidad en su juego, amenazó el sosiego local.

Emery sacó del césped primero a Corona y después a Negredo, exhaustos por el esfuerzo. En cambio buscó la frescura de Kalu Uche ante tantos metros. Arango tuvo una clara ocasión. Puso a prueba a Diego Alves, que mantuvo el buen nivel que ofreció contra el Real Madrid. Las interrupciones restaron continuidad al resto del duelo, llevado más por el ímpetu que por la claridad de las acciones.

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