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La rampa del Salvador marca un día de ilusión

Cuando a las tres menos cinco se abran las puertas del Salvador un sueño se habrá cumplido y una tradición, recuperado. Los pantaloncitos cortos y los vestiditos nuevos de Domingo de Ramos estarán manchados, pero del polvo bendito de la añorada rampa.

el 15 sep 2009 / 01:48 h.

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Cuando a las tres menos cinco se abran las puertas del Salvador un sueño se habrá cumplido y una tradición, recuperado. Los pantaloncitos cortos y los vestiditos nuevos de Domingo de Ramos estarán manchados, pero del polvo bendito de la añorada rampa.

La Virgen de la Paz avanzará por el Parque de María Luisa cuando las puertas del restaurado Salvador, tras cinco años de espera, vuelvan a abrirse un Domingo de Ramos. Las filas de nazarenitos blancos darán rienda suelta a la ilusión de una jornada que vale un año de cuenta atrás.

El Señor de la Sagrada Entrada en Jerusalén, alentado por los suyos y escrutado por la mirada curiosa del pequeño Zaqueo desde la palmera más observada, inaugurará oficialmente una jornada que, esta vez sí, ha espantado el riesgo de lluvia.

Con la caída de la tarde, el Salvador volverá a concentrar todas las miradas y la plaza recuperará los apretones de las bullas que perdió con el inicio de las obras. La salida del Amor será otro de los estrenos sonados de esta Cuaresma. Saldrá como siempre -de hecho sus estrenos son la restauración del retablo y el nuevo altar para la Borriquita-, pero volverá a ser desde su sede canónica, aunque en la Anunciación se sintieran en casa.

Y además. Más allá de las emociones, La Paz inaugurará cronológicamente la jornada. El Escuadrón de Caballería abrirá un cortejo en la que el Señor de la Victoria volverá a lucir la túnica bordada y el mantolín que no sacaba desde los años 40 y el palio estrenará faldones de tisú por obra de Mariano Martín Santoja. También los faldones de Dolores y Misericordia -titular de Jesús Despojado- merecen una mirada atenta ya que salen por primera vez bordados.

De Triana llegará la Estrella trianeando; de la Ronda, el Señor de las Penas de San Roque, con la túnica bordada por Fernández y Enríquez y que no llevaba desde 1995, y del corazón de Sevilla: la Cena, la Hiniesta y la Amargura.

La hermandad de la calle Sol recordará hoy a Ortega Bru, autor del misterio, que cumple sus bodas de plata, y que nunca pudo verlo.

El Cristo de la Buena Muerte, tras superar la difícil puerta de ojiva, también llevará faldones con broches de plata y la dolorosa de San Julián, un nuevo puñal. Su hermano mayor, Adolfo Arenas, se despedirá de la vara doroda con esta salida, porque optará a la presidencia del Consejo de Hermandades en las elecciones de junio.

Mientras, la Virgen de la Amargura estrenará una saya de tisú de oro confeccionada y enriquecida en los talleres de Santa Bárbara, aunque se trata de una réplica de la que Cayetano González bordó para la dolorosa de San Juan de la Palma y que custodia la hermandad, pero que se encuentra en muy mal estado.

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