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La rapidísima metamorfosis de Cajasol

Caixabank cierra en apenas tres meses y medio lo que ha costado labrar 178 años.

el 02 ago 2012 / 20:13 h.

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Cinco años tardaron los sevillanos en hacer suya la marca Cajasol, que surgió a partir de las cajas de ahorros San Fernando y El Monte, y tan sólo uno y medio ha durado esa aventura financiera llamada Banca Cívica, donde se integraban, además de la entidad andaluza, Caja Navarra, Caja Canarias y Caja Burgos. Hoy se hace efectivo un canje de acciones por el que Caixabank absorberá Cívica, y así concluyen 178 años de historia desde que, allá por 1834, naciera la Caja de Jerez, la primera gestada en España. ¿Concluyen o continúan?

"Se ha establecido en Jerez de la Frontera, en casa del Sr. Conde de Villacreces, una caja de ahorros, a imitación de las que con este nombre hay en muchas ciudades de Francia e Inglaterra (...) Cualquiera persona podrá acudir los domingos y lunes de cada semana a hacer imposiciones, que no bajen de una peseta ni pasen de dos mil reales vellón (...) Se entregará gratis a cada acreedor un librete con su nombre (...) donde conste las imposiciones y los reembolsos, que firmará el cajero y rubricará el principal de la casa". Así relatan las crónicas de la época la creación de la Caja de Jerez, señala el catedrático Manuel Titos en un estudio sobre la historia de las cajas andaluzas. Eso sí, al tener carácter privado, hoy en día no se la estima como caja de ahorros, dado que los orígenes de este tipo de entidades son públicos, aunque hoy en día de esto queda más bien poco, o nada.

Un 5 de agosto de 1842 abriría sus puertas el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla, constituida mediante la emisión de acciones de 200 reales cada una, con un interés del 4 por 100 anual, el mismo que se abonaría a los clientes. Esta vez sí sería fruto de la iniciativa pública, puesto que fueron los alcaldes de la provincia los que la orquestaron con el decidido impulso final del gobernador de Sevilla. Su singularidad radicaba no sólo en esta fórmula fundacional, sino también en que concedía los préstamos teniendo como garantías trigos y aceites, explica el profesor. Diez años después los otorgaría también con fincas urbanas y rústicas como avales. Aquí ya tenemos, pues, las hipotecas. "Y fue la caja de ahorros más grande de Andalucía durante todo el siglo XIX, con mucha diferencia sobre las restantes".

En Jerez, una, en Sevilla, otra. A partir de ellas, un largo y complejo proceso de integraciones, absorciones y fusiones configuraría la actual Cajasol, que surgía un 18 de mayo de 2007 acompañada de una gran campaña de publicidad. Amanece una gran caja sería el eslogan.

Pero antes, dos hechos quedarían profundamente grabados en la memoria colectiva de Sevilla. El primero, año 1990, fusión de la sevillana con la Caja de Ahorros Provincial de Huelva. Ahondemos en esa memoria: "No le pida peras al mono, pídaselas a El Monte". Era el anuncio del alumbramiento de la marca El Monte (Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Huelva y Sevilla). Caja que, además, conservó -y hoy conserva- su Monte de Piedad, esto es, la división que facilita préstamos por el valor de las joyas dejadas en prenda. El segundo, la auténtica batalla librada -ya en los comienzos de la pasada década- por los presidentes de San Fernando -la Provincial San Fernando de Sevilla se fundó en 1930, y en 1993 se anexionaría la de Jerez- y El Monte con la Administración autonómica en tiempos de Manuel Chaves como presidente de la Junta de Andalucía, y Magdalena Álvarez como su consejera de Economía. Juan Manuel López Benjumea e Isidoro Beneroso trataron, por su cuenta y riesgo, de fusionar las dos entidades, e incluso gestaron la marca Alcaja, anunciada a bombo y platillo aunque el proyecto financiero no llegó a cuajar.

Sí se consumó tal matrimonio, después de 36 años de gestación y hasta cuatro intentos fallidos, a primeros abril de 2009, al culminar los múltiples trámites y aprobaciones que hacen interminables cualquier enlace entre las cajas de ahorros, y que en este caso fueron especialmente complicados -problemas informáticos, laborales, directivos y políticos enmarañaron la operación-. No en vano, se cruzaron en el camino las eternas aspiraciones de Chaves de crear una caja única andaluza, con la unión de las seis con sede social en la comunidad -San Fernando, Granada, El Monte, Unicaja, Provincial de Jaén y Cajasur-, estrategia que se devaluaría hasta la gran caja -el enlace entre la malagueña y la sevillana-, posteriormente quedaría restringida a una teoría de las dos torres -una oriental con Unicaja a la cabeza, y otra occidental con Cajasol- y, al final, todos estos movimientos para configurar el mapa financiero regional se irían al garete.

En efecto, la crisis económica y las carencias de las cajas de ahorros, no sólo de capital sino también de gestión, llevaron a que ese mapa saltara por los aires. La cordobesa fue entregada por la Iglesia, su fundadora, al Banco de España al rechazar su absorción por la roja Unicaja -que sí había anexionado la jiennense-, a pesar de estar en la ruina. La granadina se largó fuera de la región para aliarse en otra aventura, BMN (Banco Mare Nostrum), cuyo futuro aún está en solfa. Y, por último, una vez más el presidente de Cajasol, Antonio Pulido, dijo no al de Unicaja, Braulio Medel, alegando los costes laborales que entrañaría la integración entre ambas, para decantarse por Banca Cívica, sin conocimiento siquiera de un nuevo presidente de Andalucía, José Antonio Griñán, que montó en cólera inicialmente para luego transigir con una decisión cocinada en el Banco de España.

Porque en la historia de Cajasol Antonio Pulido tiene un papel protagonista. Primero, por haber estado en el puesto oportuno y en el momento oportuno: era secretario de El Monte cuando la Junta consiguió echar a Beneroso de la presidencia, a la que accedió gracias a los miembros del consejo de administración de la caja que procedían del PSOE y CCOO. Segundo, por capitanear la integración de El Monte y San Fernando, que heredaban un desorbitado idilio con el ladrillo que, a la larga, sería un rejón de muerte para Cajasol. Tercero, por su rivalidad con Braulio Medel, que es vox populi. Cuarto, por el desplante a Griñán justo cuando éste le pedía en la Cámara autonómica que se uniera a la entidad malagueña. Y quinto, por haber propiciado la entrega de Cívica a Caixabank puesto que la crisis económica, el pesado lastre inmobiliario y las exigencias reforzadas de capital impuestas por el Gobierno de España amenazaban con dejar a la entidad con el culo al aire. Y que pasara la estrella de La Caixa por aquí era lo que mejor le podría haber pasado al SIP (fusión fría) que alumbraron Cajasol, Caja Navarra, Caja Burgos y Caja Canarias, lideradas por las dos primeras con el mismo porcentaje de acciones en el banco, cuya sede social logró Pulido traer a Sevilla.

Para la ciudad de Sevilla, además, Cajasol deja su mastodóntica Torre Pelli, un rascacielos de inversión multimillonaria en tiempos de crisis levantado a las puertas de la Cartuja y cuya altura motivó la amenaza de la Unesco de retirar la consideración de Patrimonio de la Humanidad a la Catedral y al Archivo de Indias, amenaza finalmente apaciguada, para tranquilidad del nuevo propietario, Caixabank.

Porque, de hecho, la operación que hoy se consuma implica la desaparición de Cívica -con sus círculos rositas-, que el banco de La Caixa absorba todos sus activos y negocio y que Cajasol posea un ínfimo porcentaje de las acciones de la entidad catalana -el 1%-. Y todo se ha realizado muy deprisa, en tres meses y medio.

Por último, al abordar el final de Cajasol, ¿termina o continúa la historia? Como caja sevillana, no existe, sólo quedará una andaluza, Unicaja. Sin embargo, más allá de la consideración regional, el dinero no tiene puertas y queda incluida en un grupo financiero de la reputada solvencia de La Caixa y que es, desde hoy, el primero de la comunidad y de España. De momento -tan sólo de momento- la marca Cajasol se mantiene, además de la Obra Social. Lo peor, el doloroso ajuste laboral que la integración entraña. Continuará...

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