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La realidad tumba los sueños de Manzano

el 09 abr 2011 / 23:12 h.

En Palma de Mallorca el Sevilla no se jugaba la Liga de Campeones. Ni mucho menos. Está demasiado lejana para eso. Lo que se jugaba el Sevilla era poder seguir peleando por la Liga de Campeones hasta casi los últimos partidos, mantener la lucha por el objetivo y alimentar la esperanza. El mismo Gregorio Manzano lo ha comentado en una entrevista a este periódico. “No alcanzar la Liga de Campeones puede ser un fracaso o no, dependerá de cómo se acabe la Liga”.

Pues bien. El empate de ayer, que en condiciones normales no sería malo, incluso si el objetivo se reconvierte a la Liga Europa es válido, para la Liga de Campeones es nefasto. Nefasto porque se han perdido tantas oportunidades, se han dejado en el camino tantos partidos que a falta de ocho jornadas se comienzan a jugar duelos definitivos. Con siete encuentros más de Liga por delante, con la Liga de Campeones prácticamente imposible –sea cual sea el resultado del Valencia-Villarreal–, el resto de la temporada puede resultar demasiado larga para la candidatura de Manzano al banquillo de la próxima campaña. José María del Nido y Monchi observan, se reúnen y tantean, pero tienen decidido que no habrá determinación hasta mayo. Si el equipo se queda sin objetivos, si el Sevilla afianza la Liga Europa y la cuarta plaza y el Villarreal se pierden en el horizonte, habrá más tiempo para pensar, habrá más tiempo para planificar, y todo ello va en contra de las posibilidades de Gregorio Manzano, de sus sueños y del ‘24 puntos de 24’.

Algunas sensaciones sí han mejorado en el Sevilla, pero sobre todo lo que han mejorado son los jugadores. Ahora juega Rakitic, que mete goles y da pases. Antes lo hacía Romaric, que habitualmente ni lo uno ni lo otro. Ahora juega Medel, que en su peor partido es competitivo, antes Zokora, perdido en cada encuentro. Eso es lo que ha mejorado. Pero la defensa sigue siendo débil y el fútbol, intermitente. Eso está en el debe de Manzano, que a falta de siete partidos parece quedarse dormido, pero sin sueños.
 

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