El consumidor tiene la sartén por el mango y es consciente de ello. Las circunstancias, léase los efectos de la crisis económica, y las herramientas tecnológicas como internet han democratizado las reglas del consumo y ahora es el cliente el que marca las directrices de qué es lo que quiere y cómo lo quiere, lo que obliga a las grandes empresas fabricantes y distribuidoras a hacer un esfuerzo continuo para adaptarse a sus requerimientos si no quieren quedarse atrás. Y los cambios se suceden a un ritmo vertiginoso. Hay que olvidar ya la fidelidad extrema a la marca y al establecimiento. Hay factores como el precio que resultan, en muchos casos, determinante.
Y todo ello en un contexto marcado por la contracción del consumo. Hoy se gasta menos y de una forma más selectiva. Es evidente en quien ha sufrido el impacto de la crisis con la pérdida del empleo, pero también en quien no la ha notado directamente. Hay miedo a gastar.
Las empresas, pues, se enfrentan a un escenario que requiere comprender mejor la psicología del individuo, en el que deben intentar acercarse a él con las nuevas vías de comunicación como las redes sociales sin espantarlo. Éste y otros retos quedaron de manifiesto en la XXVI edición del congreso anual de la Asociación de Fabricantes y Consumidores Aecoc, que agrupa a 25.000 miembros, y que congrega en Fibes hasta hoy a un millar de directivos de gran consumo.
Para su presidente, Francisco Javier Campo, es irreal pensar en volver al escenario de 2007 previo a la crisis ante los cambios en los hábitos de consumo y animó a las empresas a no ignorar los cambios tecnológicos "desde las redes sociales hasta las estrategias de marketing digital" porque, de lo contrario, "estarán perdiendo una parte importante del mercado y estarán en peor situación que su competencia".
Además, abogó por aprovechar el feedback, la respuesta del consumidor, que internet sí permite conocer de una forma inmediata y a apostar por la transparencia y la honestidad como valores fundamentales. Y, por supuesto, llamó a innovar y a colaborar a las empresas entre ellas.
Sobre la situación actual, reivindicó una gestión privada de las infraestructuras públicas, la eficiencia en las administraciones y el uso de sus recursos, así como una reforma laboral "flexible" que reduzca el coste del empleo "tanto de entrada, de salida, el absentismo y los salarios", además de criticar la "vorágine legislativa" para las empresas, que ha dejado al margen reformas trascendentales como la de educación y energía. Además, advirtió de que el crédito continuará siendo "escaso" y abogó por erradicar la "cultura de las subvenciones".
El profesor de Marketing del IESE, José Luis Nueno, dibujó el perfil de la clase media consumidora en varias décadas y admitió que hoy, por primera vez en la historia, "no está garantizado que nuestros hijos vayan a vivir mejor que nosotros". Instó a las marcas a adaptarse a la realidad de sus consumidores -para lo que hay que empezar conociéndolos- y a diferenciarse de los demás, así como aprovechar la venta on line y a estar en las redes sociales.
Para Santiago Roces, presidente de Save a lot, una cadena de supermercados de descuento en EEUU, la clave está en tener dinamismo para responder rápido a los cambios en los hábitos de consumo e instó a las empresas a abordar la internacionalización y abrir mercados.