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La red de Metro: querer y no poder

La colaboración privada no está dando frutos, pero la Junta confía en el tirón de la línea 1

el 10 mar 2011 / 19:58 h.

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La línea 1 del Metro registró la pasada semana el viajero número 25 millones.

Si no existieran las promesas incumplidas ni los anuncios falsos, las obras de las líneas 2, 3 y 4 del Metro habrían empezado hace tres años. El tráfico sería aún más caótico en la ciudad, pero la red del suburbano estaría mucho más cerca. No obstante, el Gobierno autonómico -que sí puso en marcha la primera línea y situó a Sevilla entre las escasas 89 ciudades del mundo con Metro- no sabe cuándo empezará la construcción de las restantes. El motivo: 2.843 millones de euros.

Los socialistas ya buscan financiación privada -aunque los proyectos no están acabados- para las tres líneas, pero el panorama financiero es pésimo, el montante asusta y los antecedentes no son muy halagüeños. El presidente andaluz, José Antonio Griñán, anunció en junio del pasado año que en doce meses licitaría las obras de ocho tramos de autovía, 186 kilómetros de carreteras y dos puertos deportivos gracias a la colaboración privada. La administración adelantaría 2.676 millones. Sin embargo, hasta hoy, sólo se adjudicó la obra de la autovía Iznalloz-Darro, por alrededor de 200 millones.

Las dificultades "técnicas y presupuestarias" que el pasado miércoles admitió la consejera de Obras Públicas, Josefina Cruz Villalón, son más que evidentes. Sólo hay que echar un vistazo al presupuesto de 2011. Por eso no quiso vender más humo en su comparecencia parlamentaria. No obstante, no renuncia a desarrollar la red del Metro, aunque sea un proyecto a largo plazo.

En primer lugar, la consejera prevé tener cerrados los proyectos constructivos este año, ajustando al máximo los costes. Por eso descartó ya que se vayan a aceptar prolongaciones a municipios o barrios más allá de lo que se está estudiando (Bellavista, San Jerónimo y Torreblanca). Y, en segundo lugar, definir el modelo de gestión y financiación. Y la línea 1 tendrá mucho que ver. No será un referente para concretar el sistema de gestión (la Junta tuvo que aumentar su participación en la sociedad tras los fallos y los retrasos en las obras), pero sí para atraer inversión privada.

Funciona bien, y por eso los sevillanos quieren más Metro, y también por eso puede que las grandes constructoras vean las líneas 2, 3 y 4 como una buena aventura.

Evidentemente, supone actividad en tiempos de parón y la administración, teóricamente, es garantía de pago. Lo que está claro es que las nuevas líneas necesitan cada una a una o dos constructoras de referencia, a las que se unirán otras más pequeñas. Uniones temporales como la que construyó la línea 1 con el respaldo de una entidad financiera. La administración llamará a las puertas del Banco Europeo de Inversiones.

La línea 1, de hecho, igual que la 1 y 2 de Málaga, es un ejemplo de esa colaboración público-privada que busca el Gobierno andaluz. Una cooperación que se puede plasmar de muchas formas: peajes en sombra o sistema alemán (la banca adelanta el dinero y el privado cobra de la administración por la disponibilidad o por la demanda), concesión administrativa, subvención a la tarifa...

En el caso de la línea 1, la Junta adelantó el 33% de los 650 millones que costó ponerla en marcha. Eso sí, no se conoce cuánto paga anualmente para compensar la diferencia entre la tarifa técnica y la que paga el usuario ni cómo se sufragaron los desvíos presupuestarios finales. Lo cierto es que las estimaciones de demanda se están cumpliendo y eso es un aval.

Pero por muy atractiva que pueda parecer la red del Metro de Sevilla para las grandes empresas, éstas, en plena crisis, requieren un rigor exquisito. El mismo que la nueva consejera de Obras Públicas le da a todo lo que toca. Su perfil técnico marca su trabajo y su personalidad, que no casa con anuncios o promesas voluntaristas o electoralistas. Por eso no le importó comparecer en el Parlamento para sólo anunciar que en un mes resolverá las alegaciones para que los proyectos estén cerrados este año. No dio ni más plazos ni más fechas, aunque estaba claro que su intervención sabría a muy poco después de la ristra de promesas socialistas incumplidas en relación con las obras de las líneas 2, 3 y 4.

Cruz Villalón quiere imponer su juego y, si logra licitar los proyectos este año, habrá ganado la primera partida, aunque en estos momentos pueda parecer que nada más empezar perdió muchos puntos.

Eso sí, le queda por delante muchos meses de trámites (alegaciones, evaluación ambiental, informes preceptivos...) y una más que compleja negociación con los empresarios si quiere que antes de que acabe la actual legislatura socialista, en 2012, avance la red del Metro. Esa que todos quieren que llegue hasta su casa.

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