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La retirada a tiempo del gran alquimista

El cantante gaditano, que conoció el éxito mezclando flamenco, música latina y rock andaluz, se aleja de los escenarios hasta 2015.

el 18 nov 2012 / 17:55 h.

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El Barrio, por Jaime Pandelet.
Está a punto de retirarse temporalmente , hasta 2015, después de 15 años de éxitos ininterrumpidos, sin que hayamos podido descifrar el secreto de su éxito. Ni siquiera la industria, tan atenta siempre a anotar las recetas para repetirlas hasta la saciedad, ha logrado dar con el truco. ¿Cómo la ha hecho Selu Figuereo? Guapo-guapo, a lo Carlos Baute, nunca lo fue. Tampoco simpático, en plan El Arrebato. hay que reconocer que nunca le asistió una buena voz, como a Bisbal o Bustamante. Técnicamente no era tan sugestivo como El Bicho, ni tenía el duende de un Tomasito. Su sintaxis, hay que reconocerlo, no es la de Sabina ni la de Serrat. Y sin embargo, para sus miles de incondicionales, El Barrio es un artista superior a todos los citados y por citar.

Para desentrañar el secreto, había que buscar quizá en sus orígenes, en la muy gaditana calle Botica que le vio nacer un 4 de junio de 1970, en el corazón de Santa María. Un barrio que conoció como pocos el azote de la heroína, pero también a la última generación de flamencos puros de la Tacita, esos legatarios de El Mellizo y de La Perla que mantuvieron viva la llama de lo jondo cuando ya la modernidad amenazaba llevárselo todo por delante.

Precisamente en la peña La Perla se inicia en la fe de las seis cuerdas a muy temprana edad, y con 15 o 16 primaveras ya está acompañando a figuras como Juana la del Revuelo. Pero, al mismo tiempo, en un modestísimo lavadero, se cita a diario con su primo Dieguito Magallanes, un talento silvestre que toca sin dificultad cualquier instrumento al que le echa mano, desde el piano a la batería o el acordeón, y allí empiezan a inventarse canciones de raíz flamenca pero de inspiración múltiple, pues ya hace rato que Camarón los atrapó con La leyenda del tiempo y toda una nueva promoción de artistas aflamencados se prepara para conquistar el mercado: Ketama, La Barbería, Rosario, etc...

Años en los que Selu, que se gana la vida como soldador, sueña con colgar el soplete y empieza a dar forma a otras ambiciones. Graba su primer disco, Yo sueno flamenco, en cuya portada aparece con camisa de lunares, chaleco (en la acepción gaditana) y luciendo el sombrero que le regaló su madre, aunque todavía no sospechaba que se convertiría en un verdadero símbolo.

El éxito tardará en llegar -entonces el grupo de flamenco fusión más exitoso de Cádiz era Levantito, apadrinado por el todopoderoso Miguel Bosé-, pero ya empieza a curtirse en la carretera y a redimensionar sus ambiciones. Tras un discreto segundo álbum, Mi secreto, encuentra por fin su camino con Mal de amores, seguido de La fuente del deseo y Me voy al mundo. En ellos, sin renunciar nunca a algún cante festero, desarrolla su estilo que tiene su parte latina, su parte pop, su costado de rock andaluz y su poquito de balada, todo ello al servicio de un personaje muy definido: el bohemio inspirado, romántico incurable, misántropo y un pelín depre, desengañado del amor y, paradójicamente, desentendido de todos los oropeles de la gloria y la fama. Con este perfil, y respaldado por una excelente banda de músicos gaditanos, le vimos llenar hasta la bandera el palacio de Vistalegre de Madrid en 2004, o el Palau Sant Jordi de Barcelona en 2006, el Palacio de los Deportes de madrid tres días seguidos en 2010, ¡la apoteosis!. Daba igual que su lirismo careciera a menudo de pies ni cabeza: la multitud encontró en él una sensibilidad que no hallaba en otros artistas, una mezcla de diversión rumbera y de hondura existencial altamente estimulante. Los fans de Los Chicos, de Triana y de Camarón tenían un nuevo icono al que adorar.

Sólo su famoso terror a los aviones le ha impedido probar que un éxito similar hubiera podido repetirse en la América Morena, pero eso es lo de menos. Encumbrado El Barrio con discos como Ángel malherido, Las playas de invierno o La voz de mi silencio, lo cierto es que Selu Figuereo empezaba a dar muestras de cansancio, por más que siguiera agotando taquillas y vendiendo miles de discos, incluyendo el top manta que siempre ha fustigado. Ya fueran recopilatorios, DVDs y hasta una línea de perfumes bautizada como su penúltima entrega, Duermevela, todo en El Barrio seguía siendo la factoría del rey Midas, pero la creatividad no es una mina inagotable y él lo sabe.

Tal vez por eso, hace unos meses dejó caer la bomba en los medios: se retiraba temporalmente de los escenarios, y no volvería a sacar disco hasta 2015. Lo hace, asegura, para descansar, replantear el proyecto y analizar los nuevos vientos de la industria, más huracanados hoy de lo que parecían en los albores del siglo XXI.
El muchacho de la calle Botica sabe lo que hace: ¿quién duda que una retirada a tiempo, y además desde lo más alto, no sea una victoria cuyos frutos veremos en un par de años, que se pasan volando?

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