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La rosa y jacintos

Santa Marta sustituyó los habituales lirios por estas fragantes flores.

el 18 abr 2011 / 20:54 h.

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El público que abarrota cada año la plaza de San Andrés pidió silencio justo a las 18.25 horas, la hora prevista para la salida. En el cielo lucía un sol radiante, pero la amenaza de lluvia no había cesado y nadie había olvidado que el año pasado Santa Marta se quedó en casa pese a que a la hora de la salida no llovía. Unos segundos después, se escuchó el cerrojo de la puerta de la parroquia. De la oscuridad del templo brotó la cruz de guía y los cánticos que acompañan al silencio unánime del cortejo. La campana empezó a tañir a muerto y cayeron varias gotas que hicieron temer lo peor por un instante.

Dos auxiliares de la cofradía salieron a la calle, consultaron con un agente de la Policía y la cofradía empezó a avanzar. Los nazarenos del primer tramo percibieron esa mínima lluvia, que después se repitió cuando la hermandad salía de la Catedral.

Más pegados que nunca y en perfecta compostura fueron avanzando los nazarenos hasta que la fila de capirotes negros se perdía por García Tassara camino de San Miguel. Poco a poco se percibió en el exterior cómo en el interior se iba moviendo el paso, que había dejado el fondo de la nave central, donde quedó montado el pasado jueves, para situarse frente a la puerta. El silencio en la plaza se hizo más profundo. Y entonces un nuevo perfume invadió la plaza: jacintos morados sustituyeron ayer en el friso del paso a los tradicionales lirios. Un toque diferente que en nada alteró la estética milimétrica de esta cofradía. Bajo la mano derecha del Cristo de la Caridad, la rosa roja.

La salida del grupo de monaguillos, en el que por primera vez participaban niñas, mostró la profundidad del silencio, que recuperó de nuevo el protagonismo hasta que Manuel Villanueva, forzado por su responsabilidad como capataz del único paso que aún conserva una cuadrilla de costaleros profesionales, mandó a sus hombres que fueran "de frente con Él".


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