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La salida extraordinaria del Señor de las Tres Caídas abarrotó Triana

Triana no tiene mar, pero sí un Cristo marinero que hace 400 años echó anclas en el viejo arrabal. Ayer el mismo Señor al que rezaba la gente del mar en el Convento de las Mínimas navegó hasta sus orígenes en una tarde-noche para la historia.

el 15 sep 2009 / 18:26 h.

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Triana no tiene mar, pero sí un Cristo marinero que hace 400 años echó anclas en el viejo arrabal. Ayer el mismo Señor al que rezaba la gente del mar en el Convento de las Mínimas navegó hasta sus orígenes en una tarde-noche para la historia de la hermandad de la Esperanza de Triana y, por extensión, para todo el barrio. Sevilla redescubrió la imagen del Señor de las Tres Caídas sin el misterio de la Madrugá.

La fiesta comenzó a primera hora de la tarde en la parroquia de Santa Ana, donde la cofradía tiene su sede provisional por obras en su capilla. El mudo de Triana (apodo que recibe Francisco Rodríguez, el sacristán de Santa Ana) hizo hablar al llamador del paso pasadas las 16.30 horas. "Así es Triana", bromeaba el capataz. La otra llamá vino del Plantinar. La hizo Javier Parrado Lira, hermano mayor del Sol. Triana agradecía de esta manera la cesión del paso del Santo Varón de Dolores para la salida extraordinaria.

"Todos fueron detalles", como explicó Parrado. Y es que la limpieza de los respiraderos había traído cuatro nuevos medallones de plata para los respiraderos: el frontal era el escudo de la Esperanza de Triana. El Sol iba en la trasera. Ambos se permutarán de lugar y se mantendrán.

El traslado a Pagés del Corro discurrió entre una auténtica marejadilla de cabezas y cámaras de fotos digitales. Había que inmortalizar su paso por la calle Rodrigo de Triana, perfectamente engalanada con banderolas moradas con el ancla, símbolo identificativo de la corporación de los mareantes o de las Tres Caídas.

Mucho gustó la imagen del Señor moreno solo en el paso. Los comentarios que se oían desde la bulla lo decían todo: "Hasta ahora no se le ven bien la cara". El debate está abierto. El repique de campanas anunció su llegada al altar efímero montado delante del viejo portón de las mínimas. Allí les esperaban cientos de hermanos sentados en las sillas habilitadas para el pontifical y los vecinos de Pagés del Corro. Ángeles Pinero no pudo contener la emoción al verlo desde la terraza de su casa en Pagés del Corro, 121.

"Mi marido lleva 62 años de hermano. Vivía frente a la capilla en Pureza y ahora Él viene a visitarnos", confesaba mientras se agarraba a la colgadura roja que había confeccionado para la ocasión. Con puntualidad británica comenzó el pontifical a las 18.00 horas. Fuera por el ambiente fresco de la tarde o por otros motivos, lo cierto es que las sillas no terminaron de llenarse. Eso sí, el gentío se apretaba de pie tras las vallas.

Tan fría como la tarde resultó la homilía del obispo emérito de Huelva, Ignacio Noguer Carmona, que hizo una única referencia a la efemérides: "Conmemoramos el 400 aniversario con la mirada puesta en Jesucristo". Al finalizar la ceremonia, Adolfo Vela, hermano mayor de la cofradía trianera, se fundía en abrazos con el comandante de Marina de Sevilla: "Es un día para la historia. Ahora vamos a ponernos el babero [en alusión a la procesión posterior]", dijo Vela. Y así fue. Silencio Blanco y En tus lágrimas acompasó las primeras chicotas y los primeros aplausos. Aunque el delirio se desató al llegar a la capilla de la Estrella. Las marchas se encadenaron una tras otra y hasta hubo pasitos para atrás. El Señor regresaba en Santa Ana pasada la medianoche.

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