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La seguridad es lo primero

Sevilla sufrió durante la madrugada del viernes un nivel de desprotección policial en sus calles sin precedentes y que no tiene justificación posible. La veintena larga de efectivos del turno de noche de la policía local, que debe prestar una labor de vigilancia sobre el tráfico, no acudió a su puesto de trabajo...

el 15 sep 2009 / 04:55 h.

Sevilla sufrió durante la madrugada del viernes un nivel de desprotección policial en sus calles sin precedentes y que no tiene justificación posible. La veintena larga de efectivos del turno de noche de la policía local, que debe prestar una labor de vigilancia sobre el tráfico, no acudió a su puesto de trabajo alegando una repentina enfermedad que alguien ya ha calificado irónicamente de 'masiva'. Los pocos municipales que sí fueron al tajo tuvieron que emplearse a tareas de oficina. En resumen, las calles sin policía local durante toda una madrugada de un día prefestivo. Inaudito. Detrás de ese sorprendente y camuflado plante se esconde al parecer una vieja queja policial y alguna reivindicación laboral. En el primer caso los agentes no parecen dispuestos a tolerar por más tiempo que se les haya apartado del control de la seguridad ciudadana y que sólo se les haya dejado para atender los problemas del tráfico. Acusan a los responsables de emergencias del 112 de no darles juego ni información alguna sobre los delitos que se cometen en la ciudad, dejándolos a ellos desprotegidos ya que les pueden salpicar en muchas ocasiones. Este reproche estaría totalmente justificado y los responsables de la seguridad ciudadana deberían reunirse pronto para articular una coordinación eficaz entre los diferentes cuerpos policiales que deben compartir información sobre lo que sucede en la ciudad. Los compartimentos estanco dentro de los cuerpos policiales sólo provocan recelo y desconfianza y lastran la eficacia. Sevilla debe sacar el máximo partido a todos los agentes de los que dispone, pertenezcan al cuerpo al que pertenezcan para combatir el delito. La información compartida es esencial para no dar imperdonables balones de oxígeno a los delincuentes. Pero esta necesidad no resta ni un ápice de gravedad a la reacción impropia que el turno de noche de la policía municipal adoptó el viernes. Las reclamaciones laborales son legítimas pero pierden su razón cuando se plasman usando medidas tan irresponsables y dañinas para una ciudad a la que los agentes prometieron en su día servir.

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