Está muy bien eso de reponer la placa con el nombre de Hugo Galera en el estadio del Real Betis, curiosamente por los mismos que arbitrariamente decidieron quitarla hace unos años, cuando el ex presidente bético decidió iniciar su particular guerra jurídica contra Lopera y sus acólitos, que ha empezado a dar frutos este verano de 2010, justo 18 años después de la transformación del club en SAD. El detalle es de agradecer, pero lo que realmente ha de hacer el actual consejo es acatar el mandato de la jueza Alaya y convocar –no puede pasar de este miércoles– una junta extrordinaria de accionistas para que elija un nuevo consejo de administración, acorde con el nuevo reparto accionarial en el que de momento no pintan nada las mayoritarias de Lopera ni sus supuestos compradores.
Los actuales consejeros béticos quedaron retratados el último 29 de julio, cuando decidieron desconvocar la junta general de accionistas que inicialmente debía haberse celebrado el pasado viernes, 20 de agosto, después de una reunión surrealista en la que se tiraron los trastos unos a otros y fracasaron las intentonas golpistas de derrocar a José León y Luis Oliver, que sigue haciendo y deshaciendo en el Betis a pesar de contar con menos de diez acciones, con la connivencia del resto de los consejeros y, que nadie lo dude, la alargada sombra de Lopera detrás de todos ellos, pese a maniobras de distracción como ésta.