Cultura

La sonrisa de Angelina o cuando Bécquer cobra todo su sentido

Ella es consciente de su intimidante belleza: cuando entra, todo el mundo parece caer hipnotizado y un silencio expectante gira a su alrededor.

el 12 feb 2012 / 17:24 h.

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Ella es consciente de su intimidante belleza: cuando entra, todo el mundo parece caer hipnotizado y un silencio expectante gira a su alrededor. Camina con majestuosidad, posa con elegancia y, de repente, cuando todo el mundo parece contener el aliento, Angelina despega sus enormes labios... y sonríe. La belleza se hace entonces humana y  la poesía de Bécquer parece cobrar todo su sentido.

Angelina Jolie era, con razón, la visita más esperada de esta Berlinale y venía con ganas de demostrar que es capaz de ofrecer espectáculo delante, fuera... y detrás de la cámara. Su debut en In The Land of Blood and Honey no ha dejado indiferente a nadie y ha servido para dejar claro que, tras la belleza y la calidez, hay una mujer inteligente y comprometida.

La Yugoslavia de la guerra se convierte en el escenario del amor entre un oficial serbio y una pintora musulmana. Su historia sirve de excusa para denunciar el genocidio perpetrado contra los musulmanes durante la guerra de los Balcanes y la violación sistemática de mujeres como estrategia bélica (crimen de guerra con mayúsculas) para minar la moral del enemigo.

La directora añade efectos especiales y muchos desnudos (los de sus protagonistas), consciente del factor espectáculo que le ha acompañado toda su carrera. A pesar de todo, la película termina resultando algo más larga de la cuenta y algunos críticos la han tachado de maniquea en el posicionamiento de musulmán bueno-serbio malo. Siendo su ópera prima, se le perdonan los fallos de ‘principiante'.

A nivel más local, la otra gran noticia de la tercera jornada de la Berlinale era la proyección de una de las dos películas españolas que compiten por el Oso de Oro. En solo tres días, el festival ya nos ha puesto niños traumatizados, secuestrados y asesinados a sangre fría... y eso contando sólo la sección oficial. Antonio Chavarrías se ha unido a este festival de dudoso gusto y nos ha servido, en plato frío, Dictado, la historia de una chica cuyo padre se corta las venas en la bañera mientras ella se baña y cuya acogida temporal por una pareja joven termina despertando un secreto inconfensable.

Aunque la historia parece coger vuelo y tiene la habilidad de hacernos dudar sobre su género (¿drama o terror?), el guión tira por tierra una idea que atrapa: el espectador termina mirando el reloj más de lo aconsejable, Juan Diego Botto cansa hasta límites insospecahdos y el interés por el desenlace se diluye por completo.

Italia y Alemania también han hecho hoy acto de presencia en la sección oficial con Cesare Deve Morire y Barbara. Tras una época de sequía creativa, los hermanos Taviani han sabido reencontrarse con el éxito. Lo hacen con una película que cuenta cómo unos presos hallan en Shakespeare el lenguaje universal para comprenderse a así mismos y los crímenes que cometieron.

Con Barbara, el dicharachero Christian Petzold consigue, por tercera vez, que una de sus películas compita por el Oso de Oro. En este caso lo hace con una película sobre una doctora de la Alemania Oriental que planea fugarse del país comunista para llegar hasta su amante, que vive en la zona occidental del país. A pesar de contar con actores de la talla de Nina Hoss, la película no termina de convencer.

De este modo, y tras el reguero de polvo de estrellas dejado por Angelina Jolie, a Clive Owen le toca este domingo el papelón de darle glamour a la helada alfombra roja berlinesa.

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