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La tarde de los romanos

El barrio de la Feria, tan pródigo en hermandades desde el Domingo de Ramos al de Resurrección, se queda hoy sin ninguna en cuanto la Virgen del Rosario enfila hacia la Alameda por Correduría. Es entonces cuando tiene lugar la ocupación militar de las viejas calles por una extraña tropa.

el 15 sep 2009 / 01:59 h.

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El barrio de la Feria, tan pródigo en hermandades desde el Domingo de Ramos al de Resurrección, se queda hoy sin ninguna en cuanto la Virgen del Rosario enfila hacia la Alameda por Correduría. Es entonces cuando tiene lugar la ocupación militar de las viejas calles por una extraña tropa. Hace poco más de 100 años Saturnino Calvo, un madrileño que veía la punta económica a eso de sacar una Guía de la Semana Santa, describía una Sevilla llena de romanos de opereta -algunos con combinaciones deplorables en su vestimenta, a decir del cronista- hasta el mismo andén de la estación y recomendaba que vendieran sus plumeros a alguna funeraria para penachos de su guardarnés.

Los armaos de la Macarena son pues un jirón -casi el único- de aquellos Jueves Santos de una época donde predominaba lo teatral como si se tratara de una venganza colectiva y anónima por los siglos en los que la ciudad mantuvo cerrados a cal y canto sus teatros. Pero, como en tantas otras cosas, lo que comenzó siendo menester de los más pobres para lograr un mínimo sobresueldo se ha convertido en rasgo de identidad y en signo de distinción. La tarde del Jueves Santo en la Feria es de éstos que, con aires de parada militar, entonan una extraña Diana Floreada vespertina. Amanece desde el extremo norte de San Luis hasta la Plazuela de los Carros al compás de los armaos. El ocaso llegará mañana a mediodía.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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