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"La televisión ha sustituido al cine como fábrica de sueños"

El italiano Matteo Garrone narra en su filme la historia de un hombre obsesionado con los ‘reality shows’.

el 03 nov 2012 / 21:08 h.

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Matteo Garrone, el director que alcanzó el reconocimiento mundial con Gomorra, adaptación de la célebre novela de Roberto Saviano, está de vuelta con una propuesta muy distinta: Reality, la historia de un napolitano obsesionado con el programa concurso Gran hermano que de paso quiere ser "un viaje a través de las contradicciones de un país, la Italia de hoy, que está cambiando".

En clave tragicómica y con numerosos guiños al neorrealismo, Reality tiene entre sus puntos fuertes a un soberbio actor protagonista, Aniello Arena, una suerte de Totó del siglo XXI que actualmente cumple condena en la prisión de Volterra. "Lo descubrí en la Compagnia della Fortezza, una compañía dramática integrada por presos que mi padre, que era crítico teatral, me llevaba a ver con frecuencia. De Aniello me gustó mucho su talento y su físico, esa cara tan expresiva que es una mezcla de De Niro y de Totó. Quise contar con él para Gomorra, pero el magistrado no le dio permiso. Siendo esta una película que no tiene nada que ver con la criminalidad, todo fue más fácil", explica el cineasta.

"Aniello imprimió al personaje la pureza, la fuerza y la ingenuidad que necesitaba", prosigue Garrone. "En sus ojos se lee que viene de pasar 20 años de cárcel, sobre todo cuando atravesaba lugares que descubría o redescubría. Ese matrimonio entre persona y personaje ha hecho posible una interpretación única".

En efecto, Reality es una cinta que, lejos del ánimo de denuncia social de su antecesora, pretende hablar "sobre la percepción de la realidad. Es un filme que se mueve en dos dimensiones, la fábula, lo onírico, lo abstracto, y por otro lado el realismo", dice.

Como escenario, un Nápoles que recuerda inevitablemente al cine de Fellini y de Sica, pero con ciertos detalles de puesta al día. "Traté de que todo fuera un poco de dibujo animado, un poco Pixar", explica el cineasta romano. "Todos los actores vienen del teatro, algunos del cabaret, otros de la escena clásica, la madre del protagonista empezó con Edoardo di Filippo... Por otro lado, está ese modo de grabar que ya ha pasado a ser una de mis características como director, cámara en mano, haciendo de operador de cámara. Para mí es el mejor modo de entrar en relación con los actores, y de lograr momentos únicos", añade.

Empujado en principio por el entusiasmo de sus familiares y vecinos, el personaje de Luciano, modesto pescadero de barrio, acudirá a un casting de Gran hermano para cumplir el sueño, colectivo y personal, de entrar en la casa. Y ese proceso de selección se produce precisamente en los legendarios estudios Cinecittà, donde tantas obras maestras del cine italiano se rodaron antaño. "La televisión ha sustituido al cine como fábrica de sueños", asevera Garrone. "El cine siempre será el cine, pero he querido mostrar, junto a cierto imaginario de un cine que muchos amamos, todos esos no-lugares, el acquapark, el centro comercial, que son en gran medida como escenarios de un reality show", señala.

Perderán el tiempo, en cambio, quienes busquen en la cinta críticas a Berlusconi y su imperio mediático. "No quería hablar de política", concluye.

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