Siempre se intenta atemperar algo los nervios con datos que no engañan, como el algodón. Nueve de cada diez alumnos que se presenta a la Selectividad, aprueba en la convocatoria de junio. Pero hay algo que no permite la más mínima relajación, el miedo a lo desconocido, el pellizco en el estómago por la incertidumbre. Nadie tiene la varita mágica para acudir como un témpano, salvo llevar una buena base, y en ocasiones, ni aún así.
Puede más el último repaso con una taza de café de madrugada que una buena dormida, como si en ese último vistazo quisiéramos bebernos los folios que nos pueden caer. Y la experiencia demuestra que más vale acudir a la selectividad fresco como una rosa, y no con horas de falta de sueño. Pero al final, todo esto es teoría, porque cada cual se prepara la convocatoria de la mejor manera que entiende. Y lo único que nos resta, a quien lo vemos todo desde la barrera, es desear suerte a los que lo están pasando mal.
Periodista
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