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La tierra se abarata de golpe un 9,4% y enlaza su cuarto año de descensos

La hectárea cotizó en Sevilla a una media de 14.872 euros el año pasado.

el 27 oct 2013 / 23:30 h.

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El precio de la tierra bajó en 2012 por cuarto año consecutivo en la provincia de Sevilla. Su bajada fue más acusada que en ejercicios anteriores y similar a la registrada por la vivienda libre, aunque la mitad respecto a la que experimentó la bolsa española. El índice bursátil Íbex 35 y la evolución del ladrillo sirven de tradicional referencia para calibrar el valor refugio de las fincas frente a los continuos vaivenes del parqué y el mercado inmobiliario. En concreto, el precio medio de la hectárea agroganadera cotizó el año pasado a 14.872 euros, con un descenso del 9,4 por ciento respecto a 2011. Tal rebaja tuvo sus extremos en los olivares de aceituna de mesa, que se abarataron de golpe un 23,4 por ciento en secano (hasta 16.354 euros) y un 20,1 por ciento en explotaciones de regadío (hasta los 22.513 euros). Coincide ese recorte con una crisis de precios en la aceituna de mesa, según denuncian las asociaciones agrarias. En cambio, el estancamiento caracterizó a los terrenos de frutales de hueso (melocotones, nectarinas, etcétera), al revelar sólo una décima de bajada (hasta 30.729 euros), y el viñedo de secano, que hizo lo propio en cuatro (a 20.032 euros). El abaratamiento provincial fue superior en 2012 al que mostraron tanto la media andaluza (-6,8 por ciento, para quedar la hectárea en 18.267 euros) como la nacional (tan sólo un -3 por ciento, con un precio de 9.705 euros). Son datos facilitados por la Consejería andaluza de Agricultura y el Ministerio español del ramo. Los terrenos dedicados al regadío, que suelen ser más productivos y, por tanto, más rentables, son los que sufren el abaratamiento de menor calado, con la excepción del olivar dedicado a la producción de aceite de oliva. ¿El campo sevillano sigue siendo un refugio para la inversión? En 2012 el índice selectivo de la bolsa española, el Íbex 35, descendió un 21,19 por ciento, hasta los 8.167,5 puntos, mientras que el precio de la vivienda libre en la provincia se abarató un 9,86 por ciento, situándose el metro cuadrado en 1.343,5 euros. Por tanto, dedicar el dinero a la compra de fincas fue el año pasado más rentable que destinarlo a esas otras alternativas de inversión, tendencia que se mantiene desde 2011. Pero donde realmente se constata el impacto de la crisis económica en el mercado de la compraventa de tierras agroganaderas es en la comparación con el ejercicio 2007, en cuyo tercer trimestre caímos en el pozo de la recesión del que aún España no ha logrado salir. En efecto, en un lustro, la hectárea de naranjo se depreció la friolera del 44,72 por ciento, hasta los 29.639 euros; la de pastizales, un 38,55 por ciento, con 4.954 euros; la de olivar de almazara, el 31,4 por ciento, 15.650 euros; o la de frutales de hueso, el 25,94 por ciento, con 30.729 euros. Durante la última década dos fines, al margen del estrictamente agroganadero, habían impulsado la cotización del suelo rústico. Por un lado, la especulación inmobiliaria, que encareció los terrenos más cercanos a los núcleos urbanos, con la construcción de viviendas y chalés, y que en ocasiones han cambiado la fisonomía de los pueblos. Por el otro, la adquisición de fincas para actividades de recreo, tanto a pequeña escala –la familia de ciudad que se hace con una parcela y edifica en ella una casa de campo para los periodos de descanso– como a lo grande –por ejemplo, cortijos y cotos de caza–. Al margen de la complicada coyuntura económica, el recorte en la cotización del suelo agroganadero también obedece a las constantes denuncias de crisis en los precios de los productos lanzadas desde las organizaciones del campo, además de la rebaja de ayudas comunitarias cada vez que se reforma la Política Agraria Común (PAC).

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