Qué bonita palabra esta de la tira! Con ella se puede explicar una sucesión de cosas, como por ejemplo una tira de imágenes que forman una historia dibujada; una tira en el sentido de cantidad: mucho papel; o algo para tirar: algo que se arroja o que se tira.
Hay otra acepción, blanca ella, enrollada, sobre la que quise aplicar un invento literario, pero no encontré a ningún autor literario dispuesto a imprimir en ella pequeños relatos que amenizaran un rato de espera, con principio y final escatológicos anunciados por una línea de puntos precortados. Esto de la lectura y el soporte a veces están reñidos. Cuando era más joven leía todo lo que viniera en un soporte, y sobre el mismo soporte, por la parte de atrás, si estaba en blanco, escribía algún que otro relato. Relamidos literatos interesados más en premios literarios que en difusión cultural, reniegan de los soportes, como si una tira de papel blanco, suave y resistente al mismo tiempo no fuera para la cultura tan buen soporte como el papel couché.
Pero no era a esta tira de papel a la que me quería referir, sino a la de papel tirado, tira tirada, de los periódicos que atraviesan hoy una situación de dificultad crecedera, esperando que 2009 no sea la puntilla más o menos definitiva de la literatura como soporte y no como cultura en sí misma.
El periódico no es papel: es la información recogida por cientos de periodistas, liberados de la sociedad para tenerla informada, no importa en el soporte en el que se transmita la realidad que tratan de captar.
Coincide el Estudio General de Medios con los anuncios de algunas grandes empresas periodísticas de recortes importantes no ya en el papel, sino, lo que es peor, en la información que contiene. El mismo EGM señala un importante crecimiento de lectores de este periódico en el que me leen. Podría mentir y apuntarme el tanto, pero todos saben que la culpa del crecimiento es de Antonio Hernández Rodicio. El nombre aparece en la cabecera de este periódico. No vende papel. Difunde información. La tira de información.
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