Pensada o impensádamente Sevilla siempre fue una ciudad exportadora de tradiciones. Exportó la Semana Santa, la Feria, hermandades romeras y estética de hermandades romeras, velás? Pero, hete aquí que, al calor de tanto societarismo cívico-religioso de centro y periferia, no sólo nació en 1992 un camino de Santiago mozárabe sino que, además, le han puesto un chirimbolo de granito -con sus escalones iniciáticos y todo- en el Patrocinio. Si el invento se le hubiera ocurrido a los gallegos afincados en Sevilla el hecho tendría raíces sentimentales legítimas, pero no: es un invento de pura cepa autóctona, una ocurrencia más de la Sevilla levítica que de tanto inventar tradiciones, ya reinventa, importándolas, hasta las de los otros.
Pero los ciudadanos son muy libres de constituir cuantas entidades les parezca conforme a las leyes. Otra cosa son las instancias municipales que deberían comenzar a pensar donde está el límite de la ocupación de la vía pública por hitos de estas características. Podríamos retorcer el rancio refrán frailuno diciendo que, quod Salmantica non dat, natura non prestat, lo que no da la cultura (el "camino mozárabe" es un invento) tampoco lo proporciona la naturaleza (el sentido común) pero quizás baste simplemente con acordarse del Evangelio y dar a Dios lo que es de Dios y a los franceses lo suyo. Nosotros ya tenemos bastante con lo nuestro.
Antonio Zoido es escritor e historiador
