En la carrera oficial de la Semana Santa malagueña existe un lugar en el que el desnivel entre el muro de la rambla y el casco histórico creó una especie de terraza desde la que la gente veía el paso de las cofradías; por eso se la llamó (y se la llama aunque una absurda reforma urbana casi la haya anulado) "la Tribuna de los Pobres"; allí las cofradías se lucen como en nuestra Campana, donde sucedía algo parecido: recuerdo que hace 50 años eran muchos los sevillanos que se iban -nos íbamos- a la parte elevada de la Plaza del Duque para verlas entrar en carrera sin tener que pagar una silla y, en cierto modo, eso es lo que sigue sucediendo, según los días, en la Magdalena o la Alfalfa.
Además de las sillas gratuitas que propone el Cardenal (me parecería muy bien que el Consejo aceptara esa recomendación) la Carrera Oficial necesita de la contemplación del mismo espectáculo por gentes de todas las edades y estratos sociales, situadas tanto en palco como en "gallinero". Nada mejor para eso que su ampliación por Fray Ceferino González, un lugar que permitiría otra "tribuna de los pobres" en los escalones y plataforma del Archivo de Indias y una "última revirá" (como las de la Campana): un poco de animación a una carrera que, desde la Plaza de San Francisco, pierde su carácter escénico. O sea, lo que siempre pidieron "concilium tridentinum populusque hispalensis".
Antonio Zoido es escritor e historiador
