Cultura

La UIMP rinde homenaje al maestro Umbral

Francisco Umbral fue invitado a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo cuando era un joven autor desconocido que acababa de publicar su primer libro. El lunes, en esas mismas aulas, fue recordado como un maestro de escritores y periodistas.

el 15 sep 2009 / 07:33 h.

Francisco Umbral fue invitado a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo cuando era un joven autor desconocido que acababa de publicar su primer libro. El lunes, en esas mismas aulas, fue recordado como un maestro de escritores y periodistas que también supo hacer de su vida una obra literaria.

Escritores, críticos y profesores analizaron las muchas vertientes de su extensa obra y de su personalidad en el encuentro que ayer inauguró el ministro de Cultura, César Antonio Molina, quien considera que sin Umbral no podría escribirse la historia de la literatura española del siglo XX, ni la del periodismo.

Al encuentro asistió su viuda, María España, quien hoy será la encargada de clausurarlo, leyendo poemas inéditos de su marido cuando está a punto de cumplirse el primer aniversario de su fallecimiento, que tuvo lugar el pasado 28 de agosto. "Umbral escribió, como mínimo, tanto como vivió.

Tuvo una producción vastísima llena de metamorfosis y sin atención alguna a los géneros convencionales, que él consideraba caducos e ineficaces", destacó el ministro, quien cree que el autor de Mortal y rosa siempre escogió la heterodoxia "como forma de vida y de escritura". Molina tuvo su primer encuentro con Umbral en La Coruña, cuando el ahora ministro era un adolescente de trece años y quedó impresionado por su estatura, sus ropas oscuras, sus gafas y la tristeza que le dejó la muerte de su hijo de corta edad.

Desde entonces coincidieron en numerosas ocasiones y el ministro le recuerda como un "colaborador generoso" a quien le gustaban las tertulias de redacción, cuando ambos escribían para el mismo periódico y, más adelante, encantado con la idea de que la biblioteca del Instituto Cervantes de Sao Paulo iba a llevar su nombre, porque le gustaba imaginar, obviando el hecho de que esa playa está en Río, a las chicas de Ipanema acariciando el lomo de sus libros.

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