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Cultura

"La Unesco debería reconocer la aportación de los gitanos"

el 13 nov 2010 / 12:28 h.

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La cita es en su bar de cabecera, en la calle de San Hermenegildo, junto a su domicilio. David Peña Dorantes se retrasa unos minutos, en los que el aplaudido cantaor Juan Peña El Lebrijano charla con este periódico sobre sus últimos problemas de salud. Una mala caída le tiene fastidiada una pierna, que le está dando demasiado la lata. Una vez juntos, el tema está sobre la mesa, junto a un refresco "del tiempo" para El Lebrijano y una cerveza para Dorantes: la candidatura del flamenco a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

-Lebrijano (L): La candidatura supone para nosotros un acontecimiento de gran altura, porque va a dar a conocer el flamenco en muchos sitios donde no se conoce. Será reconocido en todo el mundo. Esto es muy bueno. Hasta ahora la guitarra, el piano y el baile lo tenían más fácil fuera, porque son más comprensibles, pero los que cantamos... Hay parte que no se comprende por el lenguaje.

-Dorantes (D): Esa declaración también se la dan a los edificios antiguos. Yo creo que es positivo, siempre que no se lo den al flamenco como algo que está estancado. Es bueno si permite que este arte avance y no se quede quieto. Es un reconocimiento mundial y dará mucha publicidad. En cuanto se lo concedan, mucha gente de todo el planeta va a ir a escucharlo y comentarlo en internet.

-L: Lo que pasa es que ya sabemos cómo está la situación económica en el mundo. Pero siempre que llueve, luego escampa. Esto de la crisis terminará y con este reconocimiento habrá una explosión de acontecimientos y contrataciones, y los flamencos saldremos muy beneficiados. Sobre todo, la mayoría de andaluces. También los madrileños y catalanes, que también han aprendido de la vieja Andalucía, porque no hay otra fuente. Pero Andalucía sale reforzada.

-D: Pero la crisis también tiene su parte positiva. Está filtrando. Se vive más del espectáculo que de la venta de discos. Antes mandaban los que vendían. Ya no. Los directos se valoran más. Los artistas se están uniendo y se ayudan, colaborando en los espectáculos y álbumes. Se está potenciando más la calidad artística, el ingenio. Es una transición...

-L: Se agudiza más el ingenio. A mí esto me coge de paso, porque me gustaría dejar de cantar dentro de cuatro o cinco años, si puedo, porque todavía tengo responsabilidades que no puedo eludir. Pero me gustaría poder escoger dónde actuar. Es lógico, tengo mis años. No quiero decirlos porque la silla donde estoy sentado se oxidaría. Pero llegará un momento en que mis fuerzas, como es lógico, paren. Pero estoy contento con lo que he hecho y con haber ayudado a los que he ayudado limpiamente. Si pudiera hacerlo mañana, lo haría de nuevo. Lo que pasa es que ahora las cosas son distintas. Nadie viene a preguntar cómo es tal o cual cante. Yo era muy preguntón. Yo interrogaba todos los días a Juan Talega, a la Niña de los Peines, a Antonio Mairena... Me llamaban pesado, pero en el fondo les gustaba. Eso me ha enriquecido. Y Mairena decía: "A quién mejor va a preguntar el niño". Y Pastora aventuraba: "Este rubillo no veas tú cómo va a hacer que os duela la cabeza". Y se echaban a reír. Y yo voy a cumplir 70 años , que no se debe decir, pero es verdad. Y todavía soy receptivo a todo. Aún lloro cuando escucho una nota bonita, aunque no me vea nadie. Me crie en una familia donde el santo y seña era la música. Y mi sobrino será santo y seña de su propia música. Me encanta cuando hace cosas nuevas, aunque a lo mejor al principio no sea comprendido.

-Si esto se logra, ¿los gendarmes de la ortodoxia tendrán más argumentos para censurar lo nuevo?

-D: Es que los críticos no están preparados para el flamenco que viene. No están sincronizados. Están en otro momento. La música va mucho más rápida de lo que ellos son capaces de entender. No ven el camino por el que va el flamenco. E igual que hay jóvenes músicos que están llegando, llegarán jóvenes críticos que entiendan mejor lo que ocurre. Y la declaración de la Unesco lo favorecerá.

-¿Con este reconocimiento se haría justicia a un arte maltratado en el pasado?

-L: Eso lo puedo contestar yo, que soy más viejo. Cuando llegué a Madrid en el año 59, yo era un niño, pero estaba trabajando porque hacía falta. Había un flamenco que era el de los tablaos. Pero aparte, había señoritos que nos llevaban a sus ventas para terminar las fiestas con ciertas señoritas que se buscaban la vida honradamente, pero Dios sabe de lo que hablo. Intentaban que cantáramos para que las muchachas bailaran y así divertirse. Yo he escuchado decir ‘tú vete ya y cierra la puerta por fuera'. Soy testigo de excepción de muchas barbaridades. Ser artista en aquella época fue muy duro. Vine a Sevilla por primera vez con 17 años. Entonces los americanos estaban construyendo la Base de Rota y había muchos tipos de prostitución. Ahora, esto de la Unesco nos dará un reconocimiento social que difícilmente otros puedan darnos. Recuerdo aquella época con Bambino y Paco del Gastor. Nos vendíamos por un pollo de la Venta del Pollo de San Juan de Aznalfarache, porque no teníamos para comer. Sólo teníamos para un plato al día. Hay recuerdos bonitos y malos. Los que hemos sufrido esta discriminación, esto del "flamenquito", del "que llamen a los gitanos, que llamen a los flamencos"... Esto de la Unesco no viene mal.

-Afortunadamente, la cosa ha cambiado mucho.

-D: Sí, en la actualidad el flamenco es demandado en todo el mundo. Pero lo que vivimos ahora es gracias a gente como tú, tito. No todo el mundo tenía la habilidad de tirar del carro del flamenco y salir de eso. Los artistas como tú sacaron este arte de ahí. Los herederos somos nosotros. La situación actual es como es gracias a los grandes maestros. Pero esos orígenes se parecen al de otras grandes músicas. Así empezó el tango. Esto de la Unesco es un paso más, gracias a ellos.

-L: En estos momentos es gracias a los políticos. Y meto a todos, porque no sé de quién parte la idea. Pero de quien sea, por lo menos ha apostado fuerte. Nosotros los flamencos no tenemos más remedio que agradecer lo que se está haciendo.

-Y se hará justicia no sólo al flamenco. ¿Hay aquí un reconocimiento implícito a los gitanos?

-D: Debería.

-L: Es que no se puede entender que el flamenco no sea parte del cante gitano. Igual que no se entendería si fuera sólo de los gitanos. El cante está ahí, y todo el que quiera puede cogerlo, como decía Mairena. Nosotros estamos encantados. Yo sé cantar muy bien, pero no soy perfecto ni puedo decir que otros no valen por no ser gitanos. Eso lo dirán otros que hacen racismo, y es su problema. Mi familia jamás ha pronunciado esa palabra. Hemos entendido que todo el mundo puede cantar. Da igual que uno venga de Trebujena o de Almería; si es bueno prevalecerá.

-D: Lo que nosotros queremos es que tan sólo digan de dónde viene, ya está. Y punto. Sólo eso.

-L: Lo que no se puede decir es que los gitanos no tienen nada que ver. Cómo no vamos a tener que ver si cuando llegaron árabes y judíos, nosotros ya estábamos aquí. Y cuando la invasión de los Reyes Católicos con los castellanos, los gitanos estábamos aquí. Somos los andaluces más viejos que ahora existen. La música andalusí es la que se llevaron de aquí al norte de África cuando la expulsión. Por eso hacer la fusión que hice no me costó trabajo. No se puede decir que no tenemos que ver con el flamenco. ¿Por qué no? Si somos igual de andaluces que el primero. Y no renunciamos a nuestro derecho de ser andaluz, andaluz gitano. Y sin ningún ego. El que canta bien, canta bien. Tengo gran amistad con enrique Morente, y no es gitano. Y reconozco que lo que crea, lo crea bien, con estilo y sabiduría.

-D: Que se reconozca, tito. Nadie es capaz de decir que el jazz no viene de los negros. Y luego hay pianistas y músicos blancos. No estaría mal que la Unesco lo reconozca.

-L: Tampoco hace falta que nos den un escrito. Sólo que lo reconozcamos nosotros mismos, los que cantan y bailan.

-¿Hay quien lo duda?

-L: Sí, gentes que son racistas. No quiero mantener una disputa, pero esto viene de un grupito que se formó en Andalucía cuando el PA estaba en el poder. Capitaneados por Ortiz Nuevo. Yo lo digo muy claro, porque tengo ya una edad como para decir lo que pienso. Lo siguieron unos pocos, pero no pasa de ahí. Decían que los gitanos no tenían nada que ver. Vete tú a saber por qué. A lo mejor es que una gitana no lo quiso o es una revancha por algo que lo decepcionó. No lo sé. Habría que preguntarle a él. Un día me lo encontré en el aeropuerto e iba a La Habana, porque decía que el flamenco podía venir de allí. Quién sabe. La Guerra de Cuba duró mucho y posiblemente había muchos gitanos que fueron a la mili, porque aquí no se salvó ni Dios [risas]. Las cosas, cuanto más claritas, más pronto se deslían.

-¿Cómo convencerían a la Unesco?

-L: Muy simple. El flamenco lleva más de 500 años de transmisión oral. Es como la piedra de Miguel Ángel o un cuadro de Rubens. Nosotros somos arquitectos de la música. El flamenco es más que música. Nosotros no sabemos cantar en inglés. No sé cómo sonaría una soleá en inglés. Si fuera más joven, aprendería inglés sólo para ver cómo es ese sonido. No sé, habla tú, niño [risas].

-D: Creo que habría que dársela por un pueblo que ha sufrido mucho, desde los Reyes Católicos a Hitler. Es un arte por el que se han interesado los músicos de todo el mundo. Internacionalmente es de las músicas más profundas. El avance del flamenco es inevitable, se lo den o no. Y si no se lo dan...

-L: Si no, no pasa nada. Como dice mi sobrino. Lo grande y lo bueno sería que nos lo dieran, por tantas gentes que han puesto sus ilusiones y esperanzas en esto. Todos estamos esperanzados. Pero si no, no pasa nada. Esto no lo para nadie.

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