En Sevilla se celebra la reunión anual del Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Debería ser la justa oportunidad de celebrar la labor de esta institución de las Naciones Unidas, al tiempo que se reconoce la autonómica, especialmente del IAPH. Aunque la sombra de la Torre Cajasol lo nubla todo, esperemos que los medios aprovechen la oportunidad y cubran como es debido los extensos contenidos de la convocatoria.
La apertura hacia los llamados patrimonios emergentes en las últimas décadas, ha sido crucial para la manifestación local de los valores excepcionales de la identidad contemporánea, pero ¿ha superado la incomprensión que en las posiciones conservadoras despierta la innovación técnica y estética con las que la arquitectura de nuestro tiempo se identifica?.
La dimensión patrimonial de la arquitectura contemporánea es una realidad aceptada, integrada con naturalidad por las instituciones. La lista del patrimonio mundial de la UNESCO incluye ejemplos significativos. Comenzó con obras de Gaudí, después vinieron Brasilia o las ciudades universitarias de Caracas y Ciudad de México, y el pasado año se integraron cinco barrios obreros berlineses. Pero el distanciamiento de Estados Unidos también se refleja en la ausencia de ejemplos propios, y en especial el rascacielos, su aportación básica a la historia de la arquitectura. Francia, hace años, difundió el estado patrimonial de su arquitectura del siglo XX, reunida en mil monumentos protegidos como monumentos históricos.
En Andalucía, por impulso de la Junta y gestióin del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico se ha elaborado el Registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea, cuya tramitación sigue su curso a fin de contar con un amplio apartado en el inventario de bienes reconocidos del patrimonio histórico andaluz, ¿y alguno mundial, alguna vez?.
Es falso que la salvaguarda de los valores patrimoniales esté reñida con el progreso de la arquitectura y la ciudad. Pero en los últimos años se ha extendido la idea de que los edificios altos, los rascacielos, constituyen el mayor ataque a las ciudades patrimoniales, y el caso de la torre Cajasol ha incorporado a Sevilla en ese escenario de conflictos en el que vienen siendo afectadas otras ciudades incluidas en la lista del Patrimonio Mundial. ¿Es esa la única coordenada a considerar?. Muchos entendemos que el problema de un edificio tan singular radica en su calidad, no en su dimensión. Otros se han propuesto tumbarla, ¿cómo la "torre tendida" de Koolhaas proyectada para Córdoba?.
El Ministerio de Cultura propone que actúe un comité de expertos para alcanzar una formulación aceptable para todas las partes que aleje el fantasma de la inclusión de la tripleta monumental de Sevilla en la lista de bienes en peligro. Es una excelente iniciativa si se ejerce lealmente desde la independencia de criterio, y si las partes interesadas reconocen su mediación y practican una moratoria en sus derechos y en la beligerancia de sus posiciones.
Catedrático de Arquitectura de la Hispalense
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