El traslado de cada jefe de Estado de la Unión Europea (UE) es top secret. O al menos esa es la sensación que transmiten su embajadas en España, que evitan dar los detalles. En Francia es donde más claro lo tienen. El presidente galo, Nicolas Sarkozy, no acude a ningún acto de su partido (UMP) desde el momento en que asume la jefatura del Estado y para los actos oficiales emplea los medios de transportes oficiales.
En Italia no parece que exista una excesiva regulación. Fuentes diplomáticas dicen que en el país transalpino no tienen los problemas de España porque el primer ministro, Silvio Berlusconi, posee sus propios aviones y los utiliza cuándo y cómo quiere. Tal vez se olvidan que hace tan sólo unos meses, su Gobierno tuvo que dar explicaciones por el uso de un avión oficial para trasladar a las velinas a la casa de Berlusconi en Cerdeña. En Portugal dan unas explicaciones sui géneris: en su embajada aseguran que no tienen este problema con la seguridad y el transporte porque "no hay atentados de ETA".
Sin duda el caso más conocido de todos es el de EEUU. Cualquier mandatario norteamericano tiene a su disposición el Air For One, el avión con el que el comandante en jefe se mueve, sea cual sea el acto al que asista.
