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La UVI móvil del Guadalquivir

Un catamarán de Lipasam realiza todos los días un servicio de limpieza del río, que también incluye labores de cuidado de todo lo que encuentran en él.

el 12 dic 2009 / 19:41 h.

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Anastasio Senra. El barco lleva el nombre de un ecologista andaluz. Lleva una cuba con capacidad para seis metros cúbicos de basura y desechos.

Limpia, fija y da esplendor al río. No es la Real Academia. Es Lipasam. Lleva desde el año 92 velando porque el Guadalquivir luzca sin un residuo de basura, sin botellas, ni plásticos... ni otras cosas más inverosímiles. En catamarán, con un patrón y un marinero que cambian la escoba por una red y unas pinzas.

José Verdugo y Fernando López salen todas las mañanas de la calle Betis con el Anastasio Senra. Tienen por delante siete horas de trabajo, una jornada en la que recorren desde el Huevo de Colón en San Jerónimo al puente de las Delicias. Lo hacen dividiendo el cauce en 23 sectores y reparten la labor atendiendo a las mareas. Porque ya son unos expertos en corrientes fluviales. José, el patrón, lleva desde que se botó el barco en los primeros meses de 1992, cuando "el río era poco menos que un vertedero".

El catamarán tiene 11 metros de eslora y 4,5 metros de manga y no alcanza todos los rincones. Por eso tiene una barca auxiliar, que llega a todos lados para recoger, en total y a la semana, una media de ocho metros cúbicos de basura, unos 1.000 kilos. Pero hay jornadas especiales: "coches, motos, bicicletas de Sevici... Hasta ruedas de tractores", recuerda Verdugo. "De las cosas que más nos llaman la atención son las urnas que contienen las cenizas de fallecidos. Los familiares no sólo echan las cenizas, sino que tiran las vasijas y éstas flotan...". "Lo peor es cuando encontramos cadáveres enteros. En los años que llevo he sacado 18. La primera vez me llevé una semana sin dormir dando botes en la cama", cuenta el patrón.Pero además de recoger basuras, electrodomésticos, vehículos... el catamarán también ha protagonizado más de un rescate de accidentados o suicidas. "Tenemos el deber de auxiliar, claro".

El que también ha notado la presencia de esta patrulla de limpieza fluvial es el propio río, que aparece mucho más limpio y más proclive a la presencia de animales, como atestiguan los patos que pasean por los bajos del puente de Triana. Además de la limpieza exterior, el Anastasio Senra tiene un sistema de oxigenación de las aguas hasta en seis metros de profundidad. Para que todo marche sobre ruedas, un mes al año se queda en dique seco para el mantenimiento de sus mecanismos.

En verano, invierno... La época de mayor concentración de basuras es la primavera, con repuntes en Semana Santa y Feria, y en verano, durante la Velá de Santa Ana, cuando además, sirven de soporte para la célebre cucaña. Por lugares, San Jerónimo se lleva la palma en residuos concentrados: hay un asentamiento chabolista en la orilla y también es lugar de celebración de botellonas. "Allí recogemos la mitad de la basura semanal", apostilla Fernando.

Su misión no consiste sólo en limpiar el agua del río, de la que eliminan hasta las manchas de aceite con una serie de dispersantes biodegradables de hidrocarburos. Se encargan también de las márgenes y las zapatas de los puentes. Con su manguera, que puede cruzar el puente de Triana sin mojar a los viandantes, limpian a presión y podría servir de auxilio en caso de incendio a otros barcos.

Por su importante función, en el río también han hecho amigos. Piragüistas -a los que en más de una ocasión han prestado auxilio-, barcos de recreo, pescadores... Todos se reparten la vida del río y se organizan para que no haya choques. Nunca mejor dicho. Para eso se rigen por el principio básico de la circulación: "Siempre por la derecha" y la Autoridad Portuaria, por la que se rigen, les avisa de cualquier incidencia por la emisora. "Si desde allí ven algo que podamos quitar e impedir un accidente, también nos llaman".

Una mañana de diciembre en el río con la amenaza de lluvia da ganas de cambiar de profesión y tirarse a la piscina de la limpieza del río. Aunque el patrón y el marinero -que ya se ha sacado también el título para llevar el catamarán- dicen que el invierno es muy duro, "con mucho frío y humedad", y que en verano "el calor es insoportable y los mosquitos nos comen vivos", Fernando, el marinero, está pensando en comprarse un barco de recreo para sus ratos libres. José lleva 17 años ante el timón y lo conoce como la palma de su mano, como al río. Son limpiadores del caudal y las márgenes, pero también velan por la seguridad de quienes pasan por él y por la salud del Guadalquivir. Algo tiene que tener que les engancha.

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