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La vanguardia imposible

Una de las características de las sociedades conservadoras es la de ocultar los avances sociales glorificando a una figura en la que se concentran todos los méritos: con ello, mientras a esa persona se la premia con una estatua, la época y sus logros colectivos desaparecen. Mientras le daba vueltas al deshilachado cumpleaños de la Exposición Iberoamericana...

el 16 sep 2009 / 02:31 h.

Una de las características de las sociedades conservadoras es la de ocultar los avances sociales glorificando a una figura en la que se concentran todos los méritos: con ello, mientras a esa persona se la premia con una estatua, la época y sus logros colectivos desaparecen. Mientras le daba vueltas al deshilachado cumpleaños de la Exposición Iberoamericana, he vuelto a ver La Aventura del Modernismo, la exposición de pintura catalana del Museo de Bellas Artes que el título convierte en catalanista. Esos artistas -Casas, Mir, Rusiñol?- pintaban muy bien pero no mejor que los que hacían lo mismo aquí; lo hacían, sin embargo, para una clase social distinta, para una burguesía que, como la de Mariona Rebull, respiraba aires modernos.

Lo mismo sucedía con los arquitectos: los nuestros también conocían el estilo modernista; lo demuestran muchos edificios sevillanos, pero esos proyectos apenas tenían compradores. Hace 30 años la Consejería de Obras Públicas sacó un libro de Eduardo Mosquera y Teresa Pérez Cano cuyo título, La Vanguardia Imposible, describía el quiero y no me dejan de aquellos años. ¿Nadie se pregunta por qué las vanguardias sólo brillaron entonces aquí en la literatura? Pues muy sencillo, porque una poesía o un ensayo no necesitan compradores para plasmarse.

Ochenta primaveras más tarde, sin atrevernos todavía a adentrarnos en la aventura de clasificar y poner en valor aquellas artes plásticas y arquitectónicas, lo único que se nos ocurre es ponerle una estatua a Aníbal González, precisamente en la Plaza de España, o sea, "enmendando" su mayor obra y hasta desfigurándola si el monumento es grande y -visto lo visto hasta ahora- con toda probabilidad un adefesio. Nada de estudios y de lugares de estudio que iluminen el período. ¿Llegaremos pronto al Siglo de las Luces?

Antonio Zoido es escritor e historiador.

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