Los fuegos se encienden, la Velá de Triana se apaga. Con los tradicionales fuegos artificiales a medianoche sonó la campana y los trianeros dejaron de contar las cervezas bebidas, las sevillanas bailadas, el calor sofocante sufrido y las avellanas verdes comidas, o ignoradas, en la edición de este año de la fiesta grande del barrio.
Apretujándose en la calle Betis, algunos pudieron comprar camisetas con el lema '41.010 Sensación de vivir', en alusión al código postal de Triana y a la mítica serie juvenil recuperada de nuevo por la tele estos días. Otros, más tradicionales, volvieron a empeñarse en cruzar el engrasado mástil de la cucaña para lograr el ¡oh, ansiado premio!, el banderín colgado en el extremo. Los más lamentaron que ya se hubiese terminado el concurso de tiradores de cerveza. Aún así, todavía quedaban pescaíto frito y copas para despedir el día, finiquitados ya los concursos deportivos que concluyeron a media tarde, como el de pesca fluvial o el de balonmano playa, y cerrada la exposición anual de cerámica que rinde homenaje a un oficio ancestral en el barrio. Lo dicho: en el Altozano ya está echado el cierre.
