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La velocidad se demuestra andando

A la vista de cómo están las cosas el reajuste -personal, político y social- posvacacional no va a ser precisamente suave, lo que quiere decir que, a partir del lunes, los que hayan tenido la suerte de prolongar vacaciones hasta mañana mismo, no van a tener oportunidad de hacer una adaptación suave a la normalidad, porque este año, esa normalidad va a ser dura y exigente.

el 15 sep 2009 / 10:53 h.

Ala vista de cómo están las cosas el reajuste -personal, político y social- posvacacional no va a ser precisamente suave, lo que quiere decir que, a partir del lunes, los que hayan tenido la suerte de prolongar vacaciones hasta mañana mismo, no van a tener oportunidad de hacer una adaptación suave a la normalidad, porque este año, esa normalidad va a ser dura y exigente. A lo largo del mes de agosto, uno de los comentarios recurrentes ha sido el que lo peor estaba por llegar y que, a partir de septiembre, íbamos a sufrir, de verdad de la buena, los efectos de la crisis.

De hecho, a la vista del ya innegable frenazo económico que coloca a España, igual que a otros países, hasta ahora potentes, de nuestro entorno en la frontera de la recesión, han tenido lugar varios gestos políticos, tanto a nivel nacional como andaluz -por ejemplo, las reuniones de los ministros del área económica o de sus colaboradores del ejecutivo regional- para analizar la situación y proponer una serie de medidas que todos conocemos. Y el mismo Chaves, el pasado miércoles, se reunió con sindicatos y empresarios para asegurar la concertación.

La verdad es que con una cifra de parados en Andalucía, que se aproxima peligrosamente a los 600.000, y con un panorama en el que, durante al menos en un año, no se prevé que esta cifra pueda bajar, sino todo lo contrario, la necesidad de tomar medidas se hace más que urgente. Lo que pasa es que, hasta ahora, lo que se ha propuesto por parte de los poderes públicos -como la incentivación a la vivienda protegida, la licitación de obra pública, o el impulso a actividades empresariales que puedan ser alternativas a la construcción- tendrán resultados, si los tienen, a medio y largo plazo.

Pero ahora estamos hablando de otra cosa, y es de la necesidad urgente de dar respuesta a una preocupación social que va en aumento a más velocidad de la que se tarda en aceptarla. Y esa respuesta no se puede basar en previsiones optimistamente infundadas ni, por supuesto como ya se ha intentado, en la negación de la realidad. Precisamente, esa negación, invalidada por el propio peso de los hechos, es uno de los factores que hace más difícil la recuperación de la confianza del ciudadano.

Como todos sabemos que es muy difícil hacer milagros -aunque haberlo haylos- lo mejor sería explicar sencillamente las cosas como son. Aceptar que nos enfrentamos a tiempos difíciles, que van a empeorar, y que las soluciones a los problemas complejos, también son complejas. Y lo que se puede hacer desde aquí, desde Andalucía, como en España, tendrá que ser a base de un esfuerzo conjunto entre responsables políticos, sindicatos y empresarios.

Probablemente, lo que menos quiera ahora el ciudadano, al que le agobia, cómo llegar a final de mes, o que ve en peligro, o ha perdido ya su puesto de trabajo son las discusiones bizantinas sobre buenos y malos que, en épocas prósperas, le pueden servir de distracción. Si no se recupera la confianza de los ciudadanos mal nos irá a todos. Y que no se nos olvide que la velocidad se demuestra andando.

Periodista

juan.ojeda@hotmail.es

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