"Pasa, pasa por el puente sobre el río Kwai", decía con todo el arte Javier Díaz, señalando el pasillo de tablones y cartones de Barbadillo colocado en el suelo para que se pudiera entrar a su caseta, en Pepe Luis Vázquez 49, sorteando el fango que se había formado tras el chaparrón que arreció durante la noche y parte de la mañana de ayer. La lastimosa imagen del papel mojado mezclado con el albero abarcaba todo el recinto ferial.
Díaz, uno de los 16 socios de esta caseta que reúne a aficionados al deporte -"menos fútbol, de todo"-, estaba tranquilo porque al menos este año el agua no había desbaratado la estructura, como ocurrió el año pasado cuando la lluvia que caía a chorros hizo que se viniera abajo la parte trasera de la caseta.
Pero claro, si la Feria es una ciudad efímera, por qué extrañarse de que caiga una tormenta y deshaga todos los farolillos, dejando en los feriantes una extraña sensación de vuelta a empezar. A la vista de que no había quedado ni uno sano, el Ayuntamiento ordenó ayer la retirada de los adornos de papel que se habían quedado colgando de los alambres, empapados y pegados a las bombillas.
Varias furgonetas con jóvenes subidas en el techo iban tirando de los farolillos para retirarlos. A partir de las ocho de la mañana de hoy comenzarán a reponerlos.
Achicar agua. Los Bomberos tuvieron que achicar agua de algunas casetas, sobre todo en la zona más cercana a los cacharritos para evitar que pudieran producirse problemas eléctricos, aunque aseguraban que ninguno de los casos registrados había sido grave. "Ahora todo es más fácil que hace unos años, no son incendios como los de antes, cuando ardía una caseta y lo único que podíamos hacer era aislar las que estaban tres o cuatro módulos más lejos, porque a las de al lado nadie las libraba de arder. Hoy todos los toldos son ignífugos y eso ayuda mucho".
A la vista de lo que la técnica los ha ayudado a ellos a prevenir incendios, los profesionales del fuego se preguntaban ayer cómo es que a nadie se le ha ocurrido aún colocar en la Feria "farolillos de plástico, con un agujerito abajo para que suelten el agua si llueve".
Hasta ese momento, la lluvia y los farolillos podrán seguir aliándose para vengarse de quienes quieren embarcarse en la Feria antes de tiempo. Claro que siempre se toparán con feriantes como Yolanda Suárez y Javier Rivera, que apoyados en la barandilla de su caseta de Joselito El Gallo defendían el fin de semana anterior al inicio oficial de la fiesta -"cuando más tranquilo se está y podemos vernos todos los socios"-, sin alterarse lo más mínimo al ver cómo se rebozaban en albero los críos. Su hija Lucía, Ángela, Carmen y Cristina jugaban a la comba "para no aburrirse" y tenían toda la pinta de acabar el día en la bañera con ropa y todo.
Es que es difícil bajarle el buen humor a quien le gusta la Feria, llueva, truene, o incluso si relumbra... una bombilla halógena. Ocurrió el sábado por la noche en Ignacio Sánchez Mejías 77: el cristal de la bombilla se rompió y varios acabaron en urgencias con la vista dañada, al parecer por la irradiación, explicaban Antonio Martín e Isidro Reguera. Pero ayer, repuestos del susto y catavino en mano, los socios lo tenían claro: "Me ha dicho el médico que eso se cura con una loncha de jamón en un ojo y una gamba en el otro", decía uno, para carcajada general. "Lo malo es que teníamos todos unos ojos verdes preciosos y unos pocos años menos ¡y mira cómo nos hemos quedado!", se guaseaba otro. Pero al final, entre todos ponían la puntilla: "Si no ha sido nada, ni bombilla ni lluvia. Lo importante es que aquí estamos para pasarlo bien. ¡Y que está a punto de salir el arroz"!
