Tiene 13 años, estudia 1º de ESO, toca la guitarra en el coro del Rocío de Triana y este año será el primer nazareno de la Semana Santa de Sevilla. El niño Ignacio de la Haza Yruela hará los honores de inaugurar la Carrera Oficial en la Campana al solicitar la primera venia: la de la Borriquita. "Era mi sueño", confiesa emocionado.
Tanto había soñado con pedirla que hasta se sabe al dedillo la fórmula: "A Dios por el Amor. La Primitiva Archicofradía Pontificia y Real...", no deja de repetir estos días. Y es que en previsión de que le pudiera tocar este año llevaba ensayándolo unos meses con los boletines de la hermandad que llegaban al buzón de su domicilio del barrio de Heliópolis. Esta semana recibía la ansiada noticia de labios de su madre, Eva Yruela. Fue una tarde al llegar del colegio: "Ignacio, este año vas a pedir la venia".
La alegría de aquel momento aún se refleja en su sonrisa nerviosa: "Era mi sueño. Siempre he querido pedir la venia", confiesa el pequeño de pelo rubio que estos días concede entrevistas a los medios locales como si de un niño prodigio se tratase. Eso sí, le acompaña su padre, Antonio.
En el colegio Claret de Heliópolis se ha convertido en todo un personaje que recibe numerosos halagos: "Los profesores me felicitan, y los compañeros me dicen: ayer te escuché en la radio... Hoy sales en el periódico... ¡Ignacio, enhorabuena!", relata. También en la casa hermandad del Amor, donde estos días se reparten las papeletas de sitio para la Sagrada Entrada, no deja de recibir muestras de cariño. Entre ellas, una muy importante, la de Quico Bonilla, al que cariñosamente apoda como su "padrino cofrade".
Fue Quico, amigo de su padre, el que apuntó a Ignacio y a uno de sus dos hermanos pequeños -Álvaro- al Amor "nada más nacer". Su devoción por la cofradía del Domingo de Ramos le viene de cuna, pese a que su apellido, de la celebérrima saga cofrade de los Yruela, suene más a Redención y Santa Cruz. "En la Borriquita salió por primera vez con tres meses. Ha ido con canasto, palma, cirio, vara...", apunta el padre, que recuerda cómo de pequeño hacía el recorrido entero, "y con el antifaz echado".
Pese a su corta edad, Ignacio es consciente de la responsabilidad que le ha sido asignada, y reconoce que los nervios son dobles: "Pido la venia en mi último año con la Borriquita (pues los 14 años le llevarán a cambiar el blanco por el ruán negro)". Tiene muy claro a quién se la va a dedicar: a su abuelo paterno, Antonio, y al tío de su madre, Fernando Yruela, ambos fallecidos. "Me llevaré toda la estación rezando por mi familia y por todos los que me han enseñado a querer a mi hermandad", relata con emoción. Vive todo el año para la Semana Santa y ésta dice que "no la olvidará en la vida". Aún le queda afianzar la fórmula de la venia y convencer a su tía Angelita Yruela para que le cante una saeta al Cristo del Amor. En 15 días alzará su voz "en nombre de todos los niños de Sevilla" y hará realidad el sueño de otra Semana Santa.