La Vereda se hizo Amor con aires salesianos por las calles de Utrera

Hablar de Amor en Utrera es hacerlo de la hermandad de los Estudiantes, de la jornada del Martes Santo y del color rojo que va marcando la fila de antifaces que visten los nazarenos en su estación de penitencia por las calles de la ciudad. De nuevo ayer, tras la intranquilidad meteorológica que trajo consigo el lunes, los cofrades respiraron sin miedo mientras veían como las puertas de la basílica de María Auxiliadora se abrían para dejar paso a la cofradía salesiana.

el 30 mar 2010 / 19:53 h.

La candelería encendida deja ver la belleza de la Virgen de las Veredas.

El Cristo del Amor, acompañado por las imágenes de Longinos y María Magdalena, se alzaba imponente en su precioso paso de misterio, exornado con claveles de color rojo. Mientras, numerosas personas llenaban la avenida San Juan Bosco para no perder detalle de las primeras chicotás que realizó la cuadrilla que porta estas andas procesionales con las llamadas trabajaderas utreranas, es decir, sobre los hombros en lugar de hacer con la zona cervical. Acompañando el desfile penitencial de este paso, la ya tradicional banda de cornetas y tambores Santísimo Cristo de la Expiración de Morón de la Frontera puso los acordes al primero de los tronos con que salen a la calle los Estudiantes.

Tras él, la Virgen de las Veredas llegaba bellísima bajo su palio, adornado con claveles y rosas blancos, mientras estrenaba una nueva peana, que alzó en 10 centímetros a la talla. De nuevo este año la banda de música Nuestra Señora de la Soledad, llegada desde La Algaba, cerró un cortejo procesional que paseó por el municipio y dejó hermosos momentos y detalles motivos como los que se viven cada año a su paso por la casa de la camarera de la Virgen, o durante el discurrir de la corporación religiosa por el barrio de Santa María.

En un templo salesiano que estos días acoge también a la hermandad de la Trinidad, acogiendo de esta forma un total de cinco pasos, las miradas más perspicaces se percataron del cambio en la estética del casco de Longinos, que dejó las tradicionales plumas blancas por otras de menor tamaño y de color rojo.

Ya de regreso, la cofradía discurrió por la calle Virgen de Consolación, acompañada por muchas personas en una zona que cada año toma mayor auge, y donde nuevamente una petalada bañó de flores el techo del palio que cobija a la dolorosa del Martes Santo utrerano, poco antes de que cerrara la noche, de nuevo en La Vereda, a los sones de la marcha real.

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