Cultura

'La vida y la obra de Cernuda son dos espejos que se miran'

Mucho se había escrito sobre Luis Cernuda, pero nunca nadie se había atrevido con su biografía. Antonio Rivero Taravillo lo intentó, y el resultado es Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938). (Foto: El Correo)

el 15 sep 2009 / 03:17 h.

Mucho se había escrito hasta ahora sobre Luis Cernuda, pero por increíble que parezca, nunca nadie se había atrevido con su biografía. Antonio Rivero Taravillo lo intentó, y el feliz resultado es el volumen Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938), que acaba de ver la luz tras ganar el premio Comillas.

Quienes gustan de comparar la vida y la obra de sus autores favoritos, disfrutarán sin duda con las revelaciones que aporta el trabajo de Rivero Taravillo. Las 450 páginas que publica la editorial Tusquets vienen a demostrar que la fama de hombre huidizo, apartado del mundo y encerrado en sí mismo como un erizo que acompañó al poeta no era incierta. "Cernuda tenía una vulnerabilidad muy arraigada, una necesidad de cariño que su familia nunca satisfizo, y como forma de protección enfatizó ese carácter espinoso que luego se convirtió en leyenda", explica el flamante biógrafo.

Rivero Taravillo (Melilla, 1963) invirtió unos 15 años en investigar aspectos muy diversos de la vida de Cernuda, de modo que en apenas un año pudo poner orden y redactar su libro. En él, se describe con detalles inéditos el conservador ambiente familiar que rodeó al poeta, el germen de su vocación, el ambiente de los autores de la Generación del 27, las circunstancias en que escribió sus primeros libros.

Pero también la forja de una personalidad frágil, "una figura romántica, un hombre que no encaja en el mundo, a quien no le gusta su familia, ni su país, ni su tiempo. Su poesía nace de esa constante tensión entre realidad y deseo", comenta el estudioso.

Cernuda creía, con Wordsworth, que el niño es el padre del hombre. Desde esta premisa, la Sevilla que retrata en su obra, sobre todo en el inolvidable Ocnos, "es, más que una ciudad, un tiempo, la época vivida por el niño que fue". Para documentar el recorrido vital del poeta, Rivero Taravillo ha contado no sólo con la vasta información conocida por los investigadores al uso, sino también con textos singulares como las descripciones del escritor americano Langston Hughes de la sede de la Alianza de Escritores Antifascistas, las memorias de Carmen Antón -actriz de La Barraca que interpretó una Mariana Pineda con el sevillano- o los diarios de su amigo Carlos Morla Lynch, entre otros muchos.

Todos los estilos. No obstante, una de las fuentes esenciales de este trabajo es la propia obra en verso de Cernuda, que abarca corrientes que van "del surrealismo al neorromanticismo, de la poesía meditativa y moral a la que se enfrenta al mundo", según el biógrafo. "No nos interesa la vida y amoríos del individuo Cernuda, no se trata de hacer una lectura de prensa rosa, sino de arrojar luz sobre una vida y una obra que se complementan, que son dos espejos que se miran la una a la otra", agrega.

Uno de los matices que Rivero Taravillo aclara es la fidelidad de Cernuda a la causa republicana. "Fue inequívocamente un hombre de izquierdas, comprometido hasta el final", dice el autor, que ya prepara un segundo tomo dedicado al exilio del poeta. "Flirteó con el Partido Comunista, firmó proclamas, pero de forma clarividente, ya en el año 37, se apartó del comunismo al reconocer en él una amenaza para la libertad", apostilla.

Unido a la generación del 27, aunque siempre "conservando su mascara", Cernuda fue gran amigo de Lorca, y no se llevó mal con Alberti, quien dijo de él que era "el cristal capaz en un instante de romperse", ni con Damaso Alonso, Guillen o Salinas, que escribió de él que era "difícil de conocer. Delicado. Pudorosísimo, guardándose su intimidad para él solo, y para las abejas de su poesía".

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