La supuesta violación múltiple perpetrada en una piscina municipal de Baena por un adolescente y cinco menores a una niña de tan solo 13 años ha conmocionado a la opinión pública por la frialdad con la que actuaron y la corta edad de los agresores. La víctima había tenido una relación con uno de los detenidos, que la atrajo a la zona trasera de la piscina y la chantajeó obligándola a ser violada por todos los presentes, uno tras otro, bajo amenaza de mostrar a sus padres la grabación en teléfono de un acto sexual anterior mantenido con él. Entre todos los que participaron en el terrible suceso se encontraba un niño menor de 13 años y otro, disminuido psíquico. El primero ha sido puesto en libertad por el juez debido a que no pueden imputarle al ser menor de 14 años. El otro también está en la calle por su discapacidad, aunque podrá ser imputado por agresión sexual. Los otros tres menores se encuentran en un centro de reforma y tan sólo se halla en prisión el joven de 22 años que participó en los hechos. Lo ocurrido debe movernos a una seria reflexión sobre la educación en igualdad y respeto que están recibiendo nuestros hijos. Los agresores pertenecen a familias normales de Baena, que van al mismo Instituto y que reciben, supuestamente, una formación escolar adecuada a sus edades. Sin embargo, han sido capaces de cometer una atrocidad de tal calibre que han dejado destrozadas y marcadas de por vida a la menor y a su propia madre, en tratamiento psicológico tras el brutal daño infligido. Padres, profesores y administraciones tienen que revisar de nuevo el sistema, detectar las posibles fallas y ponerles remedio para prevenir situaciones que conmocionan a la opinión pública porque derriban de un plumazo los avances conseguidos en una sociedad del bienestar con evidentes lagunas en el respeto y la igualdad de género. La Justicia hará su trabajo, pero urge que la sociedad haga el suyo con educación en igualdad y en valores.
