Cofradías

La Virgen de la Victoria sobresalta al Jueves Santo

El perno que sujeta a la Virgen de las Cigarreras a la peana en el paso se venció y debió ser sustituido en plena estación de penitencia. Pese a todo, los horarios se cumplieron escrupulosamente.

el 17 abr 2014 / 23:29 h.

Sevilla 17/04/2014 Semana Santa. Pasión</p>

<p>Foto: Carlos HernándezLos refranes están para cumplirlos. Y pese a los titubeos de años anteriores, el sol volvió a aliarse con el Jueves Santo la pasada Semana Santa y ayer brilló con tanta fuerza que los cirios de los nazarenos se doblaban del calor, que los aguaores tuvieron que repartir agua entre los nazarenos e incluso algunos nazarenos se vieron obligados a dejar sus tramos, a decir por el capataz Manuel Villanueva en su dedicatoria en la Campana ante el palio de la Virgen de la Victoria. Las buenas temperaturas y los cielos despejados, además de tranquilizar a las cofradías, animaron a las mujeres a vestirse de mantilla, cumplir con el rito de recorrer los templos de las hermandades del día y de la Madrugá, asistir a los oficios -la Misa In Coena Domini- y visitar los Monumentos con el Santísimo en todas las iglesias. La tarde era para disfrutar de las cofradías, si los nervios pensando en la Madrugá lo permiten. Sin olvidar el recorrido de los Armaos que anticipaban una noche de Esperanza en el Hospital Virgen Macarena y en el Virgen del Rocío -donde llegaron en un autobús de Tussam-, en el santuario de los Gitanos, en el Ateneo y, por supuesto, en la basílica del Gran Poder. Sin embargo, un pequeño susto enturbió la tarde: el perno que sujeta a la Virgen de la Victoria a su peana se había vencido, de modo que la dolorosa iba suelta en su palio. Su vestidor, Joaquín Gómez, que siempre la acompaña, percibió que se movía, “hasta el punto que se estaba girando”, según confirmó en los micrófonos de Radio Sevilla. La hermandad al completo, después de probar con levantás a pulso aliviado, optó por pararse al completo para no verse descolgada a la altura del puente de San Telmo. El vestidor y los priostes se afanaron en asegurarla de nuevo al paso “de la forma más discreta posible, pese a que hubo que subirse al paso”. La cofradía retomó su recorrido y, pese al retraso, llegó a tiempo para pedir la venia en el palquillo de la Campana. Las mantillas no permitieron que nada escapara a sus teléfonos móviles. / J.M.Paisano Las mantillas no permitieron que nada escapara a sus teléfonos móviles. / J.M.Paisano Elegante, con un tocado de tul, claveles blancos y pequeñas flores de cera, acompañada por los sones de su banda de música, la Virgen de la Victoria, ya sin temores, completó su estación de penitencia en la Catedral y regresó a su capilla en el recinto de la ya exfábrica de tabacos a través de los Jardines del Cristina. Tras la firma hace un par de semanas del acuerdo entre Altadis y el Ayuntamiento de Sevilla, el recinto de la capilla queda en manos del Consistorio que, a su vez, la cede a la hermandad. El paso del Señor Atado a la Columna iba exornado con lirios morados y algunos cardos salpicados. A la misma hora que Las Cigarreras, iniciaba su estación de penitencia la hermandad de Los Negritos, desde la capilla de los Ángeles. La corporación de la calle Recaredo volvió a sorprender con su peculiar exorno floral, confiado al florista Javier Grado, que este año apostó por minicalas chocolat para el paso del Cristo de la Fundación, que, según la luz que recibía, daba la sensación de que la caoba del paso continuaba en el monte sobre el que se alza el Crucificado. Cuatro tramos después, la pequeña monaguilla Paula no daba abasto para repartir caramelos y estampitas a todos los niños que se le acercaban, aunque su hermano Ángel, más experimentado y ya con el antifaz, intentaba contenerla. Carlos, el diputado de tramo, se afanaba en poner orden mientras Pepe, el padre de los pequeños, contemplaba la escena desde detrás del antifaz confiando todo a su Virgen de los Ángeles que, con Reina de los Ángeles, y un precioso exorno, distribuidos en pequeños bouquets, de rosas en malvas y rosas, rosas de pitiminí y hortensias, llegó a la Campana, donde también la banda de las Nieves de Olivares interpretó Coronación Macarena, un guiño a la Esperanza que el 31 de mayo celebrará el 50 aniversario de su coronación y pasará, tras la misa estacional en la Plaza de España, pasará por la puerta de su capilla, donde la Virgen de los Ángeles le aguardará en su paso. En la puerta de San Miguel de la Catedral, Los Negritos, que este año había decidido recuperar su horario tradicional -tras haber probado el año pasado a retrasar su salida para evitar este parón-, aún manteniendo el nuevo recorrido por la calle Guadalupe y Santiago, debió esperar a que concluyeran los oficios. Quince minutos después de lo previsto pidió su venia en la Catedral. Las cofradías fueron recuperando este tiempo a lo largo de la jornada, que funcionó como un reloj. Nuestro Señor en el Huerto, de la hermandad de Monte-Sión, volvió a dejar estampas tan bellas como esta. / Pepo Herrera Nuestro Señor en el Huerto, de la hermandad de Monte-Sión, volvió a dejar estampas tan bellas como esta. / Pepo Herrera La cruz de guía de la hermandad de la Exaltación también debió ser reparada justo al salir de Los Terceros. Algunos de los atributos de la pasión que la hacen tan característica se cayeron. Sin embargo, rápidamente fueron sujetados y la cofradía emprendió su estación de penitencia. Con claveles rojos, el Crucificado ayer pasó por primera vez ante la nueva casa hermandad de la corporación, en la calle Gerona. Y de reojo, miró a su templo, Santa Catalina, del que salió hace ahora una década ante el riesgo de derrumbe y en el que, hasta la semana pasada, no empezaron las obras. Si se cumplen los plazos establecidos, en dos años volverá a salir de su sede canónica. La Virgen de las Lágrimas, que entró en la Campana con los sones de Madrugá Macarena, también un guiño a la Virgen de la Esperanza, llevaba frecsias, orquídeas, rosas blancas, flores de cera entremetidas en las jarras, preparados por la floristería Los Claveles. Por si fuera poco, al igual que en la salida, al inicio de la calle Gerona, desde la azotea del Rinconcillo, recibió la petalada que le preparada cada año el grupo joven de la corporación. Y, en el palquillo de la Campana, el presidente del Consejo, Carlos Bourrellier, le entregó la rosa que la hermandad de Los Negritos había dejado para cada una de las dolorosas de la jornada. El capataz, Emilio Moreno, agradecido, dedicó a la corporación de Recaredo la levantá. Desde la calle Feria, llegaba la cofradía más bulliciosa de la jornada. El Señor de la Oración en el Huerto, sobre un monte de claveles color buganvilla, además de lirios en el pedestal del Ángel Confortador y el imprescindible olivo, estrenaba ayer una nueva túnica azul bordada en los talleres de la hermandad. En las cuatro esquinas, junto a los candelabros, recuperaba ayer los tradicionales angelitos, dos de Buiza y otros dos nuevos tallados por David Segarra siguiendo el modelo del imaginero carmonés. El buen hacer de su cuadrilla, acompañado por los sones de la agrupación musical de la Redención, despertó una ovación cerrada de la Campana. La Virgen del Rosario, en cuyo cortejo litúrgico figuraban mujeres, se levantó en la Campana, al igual que el paso de misterio, por los niños de Andex y los voluntarios que trabajan en esta asociación. La cruz de guía velada y la música de capilla de la Quinta Angustia, que ayer estrenaba su nuevo horario -salió y entró 20 minutos más tarde respecto al año pasado- marcaba el segundo tiempo de la jornada, el de las corporaciones de negro aunque las túnicas de sus nazarenos no sean de este color. Un profuso monte de iris morados cubría la mesa de este impresionante misterio en el que la Virgen de la Quinta Angustia figuraba por primera vez tras su restauración por las manos de Esperanza Fernández Cañero. El maravilloso cortejo de la hermandad del Valle le seguía en la Carrera Oficial. Desde el pasito con la Santa Espina hasta el preste, tras el palio de la dolorosa de ojos verdes, merecen ser contemplados. Claveles rojo sangre para el Señor de la Coronación de Espinas, que estrenaba las cartelas de plata. Calas, lirios, antirinum, hojas de magnolios, romero y calas conformaban el monte asilvestrado del segundo paso, el del Señor de la Cruz al Hombro. Claveles rosas valle dispuestos en ramos bicónicos exornaban el palio de la Virgen del Valle, que llegó hasta la Campana con los sones de su marcha y salió del palquillo con Valle de Sevilla, interpretados por la banda del Maestro Tejera. Para cerrar un Jueves Santo perfecto, el Señor de Pasión llegó a la Campana absolutamente en silencio e hizo enmudecer la plaza solo con su presencia. Sobre un monte de lirios que destacaba sobre el canasto de plata labrado por el orfebre Cayetano González, con la túnica lisa, tan distinto a la estampa que ofreció el año pasado -con la túnica de las hojas de acanto, la calavera y el monte de flores asilvestradas- se paró en el palquillo para que Dore Cruz le dedicara una saeta desde el balcón del Banco Santander. “La mejor que se ha escuchado en la Campana este año”, le felicitó uno de los invitados de la entidad. Tras los tramos de penitente, la Virgen de la Merced, exquisitamente ataviada, con un exorno compuesto por miniorquídeas blancas y los sones de la marcha que le ha dedicado José Manuel Bernal, director de la Oliva de Salteras, banda que le acompaña desde 2013. Todo empieza de nuevo. Arranca en breve la Madrugá.  

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