Cofradías

Y el Rocío Chico fue Grandioso

La procesión extraordinaria de la Virgen del Rocío congregó a miles de fieles en un recorridodecasiocho horas por las arenas.

el 19 ago 2013 / 09:01 h.

rociochico02     || Sin varales y sin palio, con las galas de Reina y la argéntea ráfaga de pincho, sin más prisas que las luces de la amanecida, sin sotanas por las alturas entonando las salves y sin Simpecados a los que visitar. Casi ocho horas duró la procesión extraordinaria que protagonizó la madrugada del lunes la Virgen del Rocío por las calles de su aldea para realzar las celebraciones del bicentenario del Rocío Chico. Ganándole minutos a la impaciencia, los almonteños realizaron una de las salidas más tempraneras en la historia. Minutos después de la una de la madrugada, cuando todavía la megafonía de la aldea seguía salmodiando una letanía de avemarías del Santo Rosario, Almonte tomaba al asalto las andas de su Patrona entre el estruendo y el colorido de un castillo de fuegos artificiales lanzado desde las azoteas del santuario. Con los almonteños ya dispuestos bajo los bancos del paso, se abrió un breve compás de espera. Había que aguardar la llegada del Simpecado de la Matriz, al que la repentina hora del salto le sorprendió a la altura de la casa de Dos Hermanas. La megafonía suspendió su emisión y sólo cuando el Simpecado almonteño cruzó el pasillo abierto en el santuario –curiosa la estampa de los oficiales de la Matriz de chaqueta y corbata escoltando con sus varas el estandarte– las andas de la Virgen abandonaron el presbiterio. Que la Virgen del Rocío esté en la calle ya es de por sí reclamo sufuciente como para que media Andalucía ande revuelta. Si además la Virgen se presenta a los fieles ataviada a la usanza decimonónica –estampa que las generaciones actuales de almonteños sólo conocían en la calle a través de viejas fotografías, grabados y fuentes documentales– es normal que esta madrugada más que un Rocío Chico en la aldea pareciera celebrarse el Rocío Grande o de Pentecostés. Revestida de los decimonónicos atributos de plata, la mujer vestida de sol de la que habla el Apocalipsis se había convertido por una noche en una diosa selénica bañada por la luna. Durante las primeras horas de la procesión se hace difícil trabajar bajo sus andas. “La gente se está desfogando ahí abajo ahora y hay mucha presión. No hay prisas, Almonte está disfrutando y ese ir y venir de la Virgen es lo normal”, apunta mientras recobra algo de resuello José Antonio, uno de los santeros de la Virgen. Sin varales donde asirse que sirvan de “timón” del paso para las manos almonteñas, el manejo de las andas se vuelve más impresivible. El paso no se va al suelo pero parece navegar sin un rumbo definido. Hora y media después de entregarse a la multitud en la explanada de la ermita, el campanil de Huévar volteaba como loco de alegría para dar la bienvenida a la Virgen. La Reina marismeña iniciaba de esta forma un parsimonioso recorrido por el mismo itinerario que cubre cada lunes de Pentecostés. Aunque sin Simpecados ni sotanas levitando a horcajadas en espera de su llegada, las puertas de las casas de hermandad permanecían abiertas de par en par y pobladas sus dependencias de romeros como en fechas de la Romería. Algunas hermandades incluso han engalanado sus fachadas para ocasión tan especial: Triana colocó un repostero con el escudo corporativo en la pequeña capilla donde se ubica su Simpecado, mientras que Coria tiró la casa por la ventana instalando la antigua carreta, con la firma de Marmolejo, que peregrinó al Rocío hasta 1998, presidida por un lienzo de la Reina de las Rocinas. Más que de salves es noche de sentidas sevillanas cantadas a la Virgen desde los porches de las casas. En torno a las andas de la Virgen se suceden los vítores, los aplausos, las oraciones, las lágrimas y también alguna que otra desagradable pelea. A las 5.30 de la madrugada las ráfagas de la Virgen recortan su silueta de aristas ante las bombillas del letrero de Triana. Falta aún la visita a la casa de las camaristas y el guiño a Huelva antes de que el cielo comience a clarear en una calle Almonte donde el camión de riego se ha empleado a fondo. A las 8.45 la diosa selénica es engullida por la penumbra del santuario tras hechizar miles de corazones.

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