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Sin prisas que quedan siete años

La procesión de la Blanca Paloma por Almonte se prolonga durante doce horas. Más de 600.000 personas arropan este último adiós antes de la partida a la aldea el próximo domingo.

el 05 may 2013 / 09:45 h.

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Madre no hay más que una. Y Almonte tiene que esperar siete años para ver a la suya de procesión por sus calles. No tiene que decírselo ningún centro comercial ni ningún anuncio radiofónico, los almonteños saben de sobra que este 5 de mayo es la fiesta de la Madre, de aquella que les visita cada siete años y que ahora toca despedir por todo lo alto después de nueve meses de fructífera estancia en el pueblo. rocio-almonte-07Hay que aprovechar cada segundo antes de que la Virgen del Rocío marche a la aldea el próximo domingo. Es por ello que apenas hay espera. Poco después de terminar el turno de vela de las ocho de la mañana, los almonteños toman las andas de la Blanca Paloma a las 8.39 horas,  casi diez minutos antes de su última salida hace ahora siete años. A algunos les pilla aun en casa, como a Manoli y su hermana María, ambas almonteñas, que se suman a la procesión ya en la calle El Cerro, una de las primeras vías que toma la imagen después de recibir los primeros rayos de sol en la plaza que lleva su nombre y en la que aguarda una catedral gótica de papel y madera. “Es normal, hay muchas ganas, que son siete años sin verla por el pueblo con las galas de Reina”, dice Manoli antes de encaramarse a la ventana de una casa y enseñar a su hija esta tradición que aprendió de manos de su madre: “Cuando pase, fíjate en su cara. No mires nada más. Ella nos protejerá ante la avalancha”, indica a su pequeña de ocho años mientras ve cómo la Virgen se desvía un poco del recorrido oficial para, como ya sucediera la última vez en 2006, asomarse a la casa hermandad de Almonte en la calle Sebastián Conde. Es cuando el público empieza a ser más numeroso, pues en autobuses y coches particulares van desembarcando más y más hijos procedentes de distintos puntos de Andalucía -los cálculos municipales hablan de 600.000 personas-. Todos están dispuestos a madrugar, a esperar, a soportar pisotones y apreturas. Todo por estar cerca de Ella, aunque sea un un instante. “Acabo de perder hasta los botones de la camisa, pero por una Madre uno pierde hasta el sentío”, subraya emocionado Antonio, un almonteño veterano que por primera vez no va debajo del paso en esta procesión extraordinaria: “Lo dejé hace dos años. Ahora toca vivirlo con la señora esposa desde fuera”, añade sin dejar de preocuparse por quienes vienen de fuera a ver la Virgen: “Tranquilos, que no pasa nada. Hay que aguangar el tirón”. Buen consejo, aunque también hay que echar mano de la hospitalidad almonteña, que este día no se limita solo a abrir las casas a la familia para almorzar, sino que también ponen sus hogares a disposición de quienes sufren algún percance -solo se registraron 25 lipotimias- por las altas temperaturas. Es lo que ocurre en el número 42 de la calle El Cerro, cuya dueña termina abriendo las puertas de par en par para acoger a gente anónima que ha quedado apretujada ante el giro inesperado de la Reina de las Marismas para recibir las oraciones de Requiebros, situado en la otra acera. Los vivas, las palmas y las estruendosas salvas de los trabucos apenas dejan escuchar  la letra, que, a modo de oración, regala este grupo desde el mismo   umbral de la puerta. rocio-almonte-02El discurrir de la imagen en este primer tramo es pausado y con continuos reposos de las andas en el suelo. Salvador, uno de los que van debajo, explica la complejidad de las maniobras en el entramado urbano del municipio: “Las calles son más estrechas. No es igual que en las explanadas de la aldea. Aquí se trabaja peor porque se tiene más presión”, apunta con la camisa totalmente empapada en sudor. Frente a las voces que cuestionan la prematura salida de la Virgen del Rocío -se pretendía que lo hubiera hecho un poco más tarde, en torno al mediodía-, Salvador argumenta lo siguiente: “Si no hubiera salido temprano, no estaría a esta hora -el reloj marca las dos de la tarde- llegando a la antigua plaza del Bacalao”. Por miguel y maría //  Precisamente, muy cerca de allí, en la calle Cristo, la Virgen recibe un mensaje escrito en la colgadura de un balcón: “No tengo dudas/ que estaba a tu lado/ y al ver tu cara/ allí se ha quedado/ pero qué golpes nos da la vida/ dile que no la olvido/ y que nos veremos cuando Tú digas”. Son las palabras de Candelaria, una madre a la que el cáncer le quitó hace poco a una hija con 33 años. Mensaje que se lleva la Señora en su manto. Pero no es el único que guarda el paso. De uno de sus varales delanteros lucen dos crespones: uno de color negro por Miguel Ángel y otro blanco por la pequeña María. A ambos le robaron la vida hace una semana, conmocionando al municipio entero en plena novena de la Virgen. Pero si los ausentes van también en el alegre barullo que arrastra tras de sí la Blanca Paloma bajo un cielo entoldado de rosas y romero, tampoco falta sitio para las promesas que se prenden a diario en la sala de  velas. Felisa va rezando el rosario en silencio, ajena a todo y con la mirada puesta en el manto de Pentecostés, que por primera vez se ve por las calles de Almonte desde su estreno en la romería de hace dos años. Ella es de Paraguay, pero lleva muchos años viviendo en Granada. Explica que le tiene mucha devoción a la Blanca Paloma por todo lo que ha hecho por su familia: “Un sobrino mío tuvo problemas de libertad por una injusticia. Me encomendé a la Virgen, y aquí estoy dándole gracias, pues mi sobrino ya puede disfrutar de una vida normal. Me he puesto hasta de rodillas”, confiesa sin perder el paso. Superadas las horas centrales del calor, la tarde asoma por la calle Sevilla por la que se ve la inconfundible silueta de la Patrona de Almonte. La estrecha Conde Cañete obliga a aligerar un poco el ritmo. Eso sí, al llegar a la plaza de la iglesia, el tiempo se detiene, primero, ante el Ayuntamiento, desde donde cae una gran petalá; y, luego, bajo la cúpula gótica que lleva hasta la parroquia de la Asunción. En la puerta surge un pequeño debate entre los que quieren entrar y los que optan por aguantar más porque “hay que esperar siete años”. Pasadas las 20.30 horas, después de doce horas, las andas se posan de nuevo en el altar mayor. La próxima vez será en 2020. UN MINUTO DE SILENCIO COMO BROCHE FINAL Pocas pegas se le pueden poner a la procesión de ayer de la Virgen del Rocío. En la mente de todos estaba el recuerdo al padre y su hija pequeña aparecidos muertos en su domicilio hace una semana. En su memoria, las camaristas colocaron dos lazos en uno de los varales del paso poco antes de salir. Ello provocó una emotiva ovación en el interior de la iglesia. Al regresar, nuevamente hubo un gesto con estos dos vecinos tristemente desaparecidos. Por ellos se guardó un minuto de silencio antes de rezar la salve. Estos dos hechos hablan por sí solos de la sensibilidad que tiene el pueblo almonteño. Eso sí, como nota destacada hay que citar el estreno de las redes sociales en la procesión. Desde primera hora de la mañana, Twitter y Facebook se fueron llenando de fotografías, comentarios y hasta de las coordenadas de la Virgen en la calle. Ello provocó una saturación en las líneas telefónicas y hasta una caída de la red durante algunas horas. Poco antes de que se recogiera, una mujer resumía así el día:  “Estoy en la gloria y sin cobertura”. Menos más que no hubo problemas con las retransmisiones en la web de la Hermandad de Almonte ni con el especial de TeleSevilla. Ambos permitieron seguirlo todo desde el sofá.

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