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La virtud y el defecto de hacer inevitable lo predecible

Cualquier desenlace con Messi es previsible pero no se puede evitar. El Betis tiene la misión inversa: conseguir que lo predecible, quedarse sin Europa, no ocurra.

el 06 may 2013 / 00:45 h.

contra-barcelona-betisCuatro jornadas sin ganar y una sola victoria en siete partidos son datos suficientes para concluir que el Betis, en vez de pelear por entrar de nuevo en Europa, lucha por no hacerlo. No voluntariamente, como es natural. Pero tanto tropiezo con tan pobre fútbol, lo cual excluye la posibilidad de la suerte como excusa, aleja más que acerca la competición continental y demuestra que la temporada se le está haciendo más larga que una segunda parte en el Camp Nou con Messi redivivo enfrente. El argentino, ya que estamos, es un genio por muchos motivos:porque él solo desequilibra un encuentro aun estando al mismo nivel físico que el Cid en aquella legendaria batalla, porque envía a la escuadra el segundo balón que toca, porque desajusta cualquier sistema defensivo que se precie... Y, en general, porque tiene la increíble virtud de conseguir que el desenlace de la mayoría de partidos en que interviene sea predecible pero inevitable. Si en el minuto 56 del Barça-Betis, en el justo momento en que pisó el rectángulo, se hubiese realizado una encuesta, once de los once jugadores del Betis que había en el campo y nueve de cada diez aficionados béticos habrían pronosticado que sí, que Messi iba a decidir el choque. Al décimo no le daría tiempo de contestar, tal fue la inmediatez (dos minutos y poco)con que el mejor futbolista del mundo resolvió el duelo. Así ha ocurrido desde que D10S debutó en la Liga y así seguirá siendo por los siglos de los siglos, amén. La omnipotencia de Messi no puede ocultar el auténtico problema del Betis. Perder en el Camp Nou es normal tirando a obligatorio, como demuestra que de allí sólo han volado 7 de los 108 puntos ligueros disputados en las dos últimas temporadas. La gravedad del asunto es que el equipo de Pepe Mel deambula por el campeonato desde hace semanas, huérfano de su auténtica identidad, y tampoco se reencontró en el feudo azulgrana. Sólo el estirón final del derbi y la inspiración de Jorge Molina ante el Dépor le permiten conservar el último asiento en el tren a Europa, pero su margen no da más de sí. Quedan doce puntos y lleva tres a dos rivales que le ganan el balance. El Betis debe hacer ahora lo contrario que Messi: evitar que ocurra lo predecible, que es quedarse sin Europa.

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