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"La vocación laical existe, no es lo que te queda si no quieres ser monja"

Marta Cesteros, a sus 42 años, se dedica a la docencia. Es profesora de Lengua en Bachillerato en el colegio Salesianos de Atocha en Madrid.

el 28 mar 2014 / 15:34 h.

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Marta Cesteros. Profesora de Bachillerato Marta Cesteros. Profesora de Bachillerato Marta Cesteros, a sus 42 años, se dedica a la docencia. Es profesora de Lengua en Bachillerato en el colegio Salesianos de Atocha en Madrid. Se confiesa laica, más bien fiel laica, que así llamó Juan Pablo II a estos cristianos comprometidos con su fe para diferenciarlos de los que actualmente la sociedad y los estados llama laicos, aquellos que no profesan ninguna fe. Marta vive su laicismo a través de la congregación de los salesianos. Su vinculación se deriva del colegio en el que estudió de pequeña, el de María Auxiliadora, también en Madrid. Además de lo que aprendió en el colegio, donde le mostraron la devoción a la Virgen y le enseñaron prácticas tradicionales como la visita al Santísimo Sacramento, le debe su vocación a sus abuelos. «Mi familia no es excesivamente creyente, pero mi abuela siempre me fue inculcando el amor a Dios», señala. Recuerda que gracias al colegia y a sus abuelos la fe ha formado parte de su vida de una manera muy natural. «La verdad es que siempre he confiado en Dios», resalta. «A veces me enfado mucho con Él y me peleo", pero esa relación es enriquecedora, y muestra como es el trato de un hijo con su Padre, de amor, de cariño, a veces de enrabietarse, una relación como cualquier padre con su hijo, ya que al final, así es la relación de los cristianos con Dios». Descubrió su vocación a los 20 años cuando colaboraba como animadora en un centro juvenil de los salesianos. Fue entonces cuando empezó a pensar sobre el sentido de su existencia y su función en la vida y descubrió que su sitio estaba en ser una cristiana normal y corriente en medio del mundo pero a través del carisma de esta congregación. Cuenta que es difícil darse cuenta del lugar en que tiene que estar cada uno, pero apostilla que «esto se va descubriendo con los diferentes signos que te vas encontrando a lo largo de la vida si los miras a la luz de Dios». Además, insiste en que «la vocación laical existe. No es lo que te queda si no tienes vocación a monja o a sacerdote, es una vocación más. De lo que se trata es de descubrir cuál es tu sitio en el mundo y comprometerte».

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