Cultura

La voluntad convertida en flamenco

el 11 jun 2010 / 19:18 h.

La voluntad hecha voz es el título del primer disco de Manolo de Santa Cruz, un joven de 26 años que lleva el flamenco en sus venas y que, al igual que el resto de cantaores de su generación, rebosa ilusión por destacar en este mundo, en el que también hay hueco para un artista con síndrome de down como él.

“Mis padres me pusieron Manolo de Santa Cruz. Manolo de Santa Cruz en homenaje a mi pueblo, que es un diamante andaluz, al que dedico mis sueños”, entona este cordobés, emocionado al pisar por primera vez un estudio de grabación en el que deja plasmadas sus propias composiciones, que dedica a sus padres y al pueblo que le vio nacer.

La primera vez que Manolo de Santa Cruz escuchó el cante jondo fue de la voz de su padre, y desde entonces no ha dejado de interpretar melodías, especialmente fandangos y coplas populares, algunas de las cuales también ha grabado en su disco.

“Me inspiro en la familia, en los campos y en la amistad”, cuenta este artista mientras se “arranca” con otra de sus canciones con el duende que tiene escondido en su voz y al que hace bailar al compás de sus palmas.

“Tener síndrome de down no ha sido una dificultad para mí. Animo a los chavales que tengan alguna discapacidad a que hagan cosas por sí mismos, tengan voluntad y constancia y salgan adelante”, declara a Efe Manuel, quien, de momento, se gana la vida como reponedor en unos grandes almacenes de Córdoba.

La familia de Manolo es humilde y sencilla, sus padres trabajan en el campo y viven en una pedanía de Córdoba, Santa Cruz, de la que ha tomado prestado su nombre artístico, con el que comenzó a cantar en los escenarios de las peñas de la ciudad, donde numerosos aficionados han podido escuchar el arte de sus versos flamencos.

“Es una satisfacción muy grande”, dice el padre del artista, Manuel Romero, a quien el flamenco le ha gustado toda la vida, ya que, al igual que a su hijo, le transmite “emociones y sensaciones muy especiales”; mientras que la madre, Rosario Camacho, confiesa que ella siempre ha tratado de enseñarle a ser “él mismo”.

Y lo que quiere ahora Manolo es independizarse, y por eso se va a mudar con unos amigos a un piso en Córdoba donde seguirá ensayando todos los días con su voz, aunque también quiere ir más allá y aprender a tocar instrumentos como el piano y la guitarra, sin desatender sus clases con el logopeda, a las que nunca falta para afianzar lo que él asegura que es el principio de una larga carrera.

El estudio de grabación que el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ) tiene en Córdoba es el lugar donde Manolo inmortaliza sus canciones con pasión y dedicación, todo un ejemplo de “esfuerzo” y “valentía” para el director de este organismo, Raúl Perales, quien define a este cantaor como un “referente” para las personas que tienen alguna discapacidad y para los que no la tienen.

Perales explica que, entre todos los programas que el IAJ tiene para los jóvenes andaluces, uno de ellos pone a disposición de los artistas un estudio de grabación profesional de forma gratuita para dar una primera oportunidad a los músicos.
“Los artistas envían su candidatura y después se realiza una selección”, indica Perales, que valora especialmente el caso de Manolo de Santa Cruz, un chaval que estudia “día a día” e intenta aprender más palos del flamenco.

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