Viajará a Madrid escondido entre el más de centenar de velas que iluminarán el palio de la Virgen de Regla cuando mire de frente al Papa. No será un cirio más. En cada gota de su cera fundida quedará reflejado el gesto de amor de los miles de sevillanos que decidieron en su día dar parte de su vida a los demás siendo donantes de órganos. Grabado con la leyenda "lágrimas de vida", esta vela se ha convertido en el regalo más hermoso que ha recibido la hermandad de los Panaderos, antes de su presencia en las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Su mensaje de vida llegará este año por partida doble. La lluvia impidió que la pasada Semana Santa realizara la estación de penitencia en el palio de la Virgen de las Angustias, aunque su mensaje quedó grabado entre la cuadrilla de costaleros que posibilitó su presencia entre el resto de la candelería. En agosto, en plena Plaza de la Cibeles -donde se ubicará el palio-, no habrá lluvia que apague su llama, por eso la hermandad de Los Gitanos ha querido que la Virgen de Regla lleve en forma de cirio este gesto de amor hacia los donantes.
Su custodio hasta ayer, José Moreno, hermano mayor de Los Gitanos, no pudo contener la emoción mientras hacía entrega de la vela, en presencia del arzobispo, Juan José Asenjo. "Para nosotros es un orgullo muy grande, por eso, en nombre de Sevilla, te lo doy con todo mi corazón. Al recibirlo, el hermano mayor de Los Panaderos, Emilio Santiago, dio las "gracias a toda la ciudad" porque el cirio tiene "un sentido muy especial que nos hará llevarlo con un orgullo tremendo".
El acto se celebró en la capilla del Arzobispado ante la atenta mirada de Asenjo. Admirado por este gesto, el arzobispo quiso hacer una llamada a la donación de órganos, señalado que es "un canto a la sabiduría, un gesto de humanidad y un acto de caridad". Unas palabras de aliento que concluyó reafirmándose convencido como "un donante más".
En las manos de Emilio Santiago, el cirio, aún apagado, aguarda ya a su fundición en la candelería del palio de la Virgen de Regla. Será el mensaje más especial que las cofradías de Sevilla lleven a Madrid, cuando Benedicto XVI vea su llama encendida entre miles de jóvenes.